San Valentín en azul y grana
El pasado 14 de febrero, día de San Valentín, eché de menos esa pasión y sentimiento que hace años sentíamos por el Barça y que, a día de hoy, no nos transmite por mucho que lo intentemos. Por más que nos ilusionemos la llama azulgrana no se aviva.
Me pongo un poco poeta porque todo lo que sea mirar el pasado azulgrana se convierte en una tortura innecesaria. Como cualquier pareja, estamos pasando por un momento de debilidad y de no tener un rumbo definido. Nos hacen falta buenos momentos, algún jugador que nos transmita aquello que algún día vivimos y sobre todo reencontrar esa emoción del primer día, de creernos los mejores, de sentirnos los mejores.
No será fácil volver a donde estábamos ni a lo que éramos pero precisamente ahora, en los momentos de más dificultad, también hay que confiar más que nunca en estos colores para salir adelante. El amor al Barça siempre será incondicional. Siempre será eterno.
Susto o muerte
Ha vuelto la Champions y, después de 2 años sin estar presentes en los octavos, el Barça volverá a formar parte de la fase del KO. No será hasta la semana que viene cuando los de Xavi visiten al Nápoles y, a día de hoy, también os tengo que decir que no tengo muy claro que los octavos sean un premio o un castigo para todos los culés.
De momento el Madrid, con las ayudas arbitrales habituales, ya hizo los deberes ante el RB Leipzig y volvió a demostrar que le tiene tomada la medida a la competición. Sin Bellingham, sin centrales y pasándolo mal, los blancos volvieron a ganar.
Dominan Europa a la perfección y, aunque a día de hoy no sean los más favoritos, para mí vuelven a estar entre los candidatos principales al título. Solo de imaginarlos profanando Wembley con una nueva Champions me vienen todos los males. Así que si tuviera que elegir entre que el Barça vuelva a sufrir una sonora y dolorosa derrota europea o que los blancos se alcen con la decimoquinta en Londres, yo, me quedo, con la debacle azulgrana. Lo más jodido de todo es que ambas cosas son compatibles.