Xavi Hernández evitó el hundimiento del Titanic en Salamanca. Sin grandes alardes, el Barça ganó al Unionistas y salvó el primer match-ball de la temporada. El equipo ofreció pocos síntomas de mejoría y ahora encara el desenlace de la temporada con muchas más dudas que certezas.
Hace dos años, Xavi recibió el encargó de clasificar al Barça entre los cuatro primeros en la Liga. El equipo estaba en una situación crítica, con la plantilla deprimida y el club, contra las cuerdas. El técnico cumplió el objetivo de mínimos. Un año después, el Barcelona ganó la Liga y la Supercopa, y Laporta soñó a lo grande. Pronto, sus ilusiones se transformaron en pesadillas.
El Barça no evoluciona, involuciona. Los resultados son malos y el juego, igual o peor. El equipo no transmite nada. En la actual temporada, apenas se salvan tres partidos, y con matices: Betis, Amberes y Atlético de Madrid. A siete puntos del Real Madrid y a ocho del Girona, ganar la Liga parece una utopía.
La Supercopa era el torneo ideal para aliviar algunas penas. Una victoria contra el Real Madrid hubiera tenido un efecto terapéutico, pero la realidad fue antagónica. El Barça fue zarandeado por el eterno rival y las alarmas se dispararon. Laporta pasó del éxtasis a la depresión en Arabia Saudí y el entorno lo cuestionó todo: desde los planteamientos tácticos de Xavi a la gestión del presidente. Tampoco encontró consuelo en el mercado de invierno, al no tener margen de maniobra la entidad.
El Barça, actualmente, anda metido en la Copa. Ha evitado el ridículo total al ganar en Barbastro y Salamanca, pero ahora le toca una gesta en Bilbao. El Athletic, a quien ha derrotado en las cuatro últimas finales, será su rival en cuartos de final. El equipo de Valverde, tercer clasificado en la Liga, vislumbra otra vez la posibilidad de ganar un gran título. No gana la Copa desde 1984 y su rival, curiosamente, fue el Barcelona de Maradona.
Al Barça también le queda la Champions. En octavos se enfrentará al Nápoles, inmerso también en muchas turbulencias. Laporta necesita que el equipo se clasifique para cuartos de final para cuadrar las cuentas en la máxima competición continental. Más allá, será un éxito, y mucho más con un equipo poco fiable que vive al límite. Si el miércoles cae en Bilbao, el día a día será muy complicado para todos en el Barcelona. La cuenta atrás ya ha empezado.