El FC Barcelona llega casi al ecuador de la temporada con más incertidumbres que certezas, desafinando en más de una nota y con los acordes totalmente perdidos. Es cierto que todavía tiene a la orquesta luchando por salvar la pieza, pero la irregularidad de los músicos a la hora de tocar sus instrumentos ha empezado a dejar un poso de honda preocupación en el anfiteatro, que no ha dudado en dedicar algún reproche a la platea.

Joan Laporta y Xavi Hernández siguen desbordando un optimismo casi enfermizo en todas sus apariciones, convencidos de que acabarán encontrando la tecla para llevar la sinfonía hasta la última nota, si bien el relato ha ido rebajando la euforia a medida que el concierto iba dando bandazos, sobre todo en la Liga, donde ahora mismo está a siete puntos de los líderes, Real Madrid y Girona.

Tanto el presidente y el entrenador sacan pecho en la Champions League --ahora mismo el único argumento sólido respecto el curso anterior--, si bien las derrotas ante el Shakthar y el Amberes han dejado muy tocado al equipo, pese a clasificarse como primero de grupo.

Y es que respecto a la temporada pasada todo ha ido a peor: Robert Lewandowski no mete goles ni al arco iris, Jules Koundé se desconecta más que un alumno de física en clase de computación cuántica, Christensen cada día tiene más ínfulas de danés errante, Pedri está más horas en una camilla que en un terreno de juego, Ferran Torres sigue obcecado con el apodo de tiburón, aunque apenas da alguna dentellada y muy de vez en cuando, Raphinha corre mucho para no finalizar nada, Balde está en modo stand-by desde que empezó la temporada, y para colmo quien quiera disfrutar de Gavi tendrá que esperar a la próxima temporada.

De los nuevos tampoco hay mucho que 'rascar'. Sólo Íñigo Martínez, Gundogan y Cancelo han ayudado a crecer al equipo en sus posiciones. El resto, con Joao Félix y Oriol Romeu a la cabeza, han empeorado notablemente a sus predecesores.

Es evidente que la plantilla tiene carencias en todas sus líneas: en ataque se sigue esperando un extremo desequilibrante y un delantero centro resolutivo --la llegada de Vitor Roque podría cubrir este hueco--, en la medular se busca un centrocampista físico que cubra, por decir algo, la ausencia de Gavi, y en defensa se sigue esperando un carrilero polivalente para ayudar a Cancelo.

Muchos huecos por cubrir en una situación de guerra. Y es que el club no puede permitirse grandes dispendios y aún menos en el mercado de invierno. La llegada de Vitor Roque, ya confirmada oficialmente, y posiblemente un centrocampista defensivo, completaría el cupo. Insuficiente a todas luces si quieres aspirar a hacer un pleno, y muy justo para soñar con algún título.

A los problemas inherentes de la falta de equilibrio en la plantilla y la plaga de lesiones, se ha de sumar una división absoluta de todos los frentes del barcelonismo, donde los 'ismos' prevalecen al resto de cosas. Esta desunión es el caldo de cultivo idóneo para alimentar a un entorno, cada día más tóxico, que está esperando cualquier revolcón del equipo para vomitar sus exabruptos contra el proyecto de Xavi.

La situación, por mucho que Laporta y Xavi sigan brindando al sol, no invita al optimismo. La orquesta del Titanic siguió tocando hasta el final, pero acabó toda bajo el manto negro del océano Atlántico. Veremos hasta cuándo dura la partitura de Xavi. Esperemos que la sinfonía no pase a réquiem, por mucho que más de uno disfruta siendo Salieri...