El Barça mejoró en Valencia. Ofreció claros síntomas de recuperación, pero sigue en la UCI. Muy tocado en la Liga. El equipo de Xavi, con mucho criterio en la zona de creación, se mostró blando y errático en las áreas, donde se deciden los partidos.
Robert Lewandowski no tuvo su día. Por un día, se asoció bien con sus compañeros. Conectó con Joao Félix, Raphinha y, sobre todo, con Gundogan. Con el centrocampista alemán más adelantado, el Barça es más peligroso. Tiene más nervio y fútbol.
Creció el Barça, pero no supo ganar un partido en el que fue mejor que su rival. Lewandowski tuvo tres claras ocasiones de gol. También pudo marcar Raphinha, pero la portería rival parece encogerse. El problema, dice Xavi, es de confianza. El equipo necesita liberarse.
Mucho más preocupantes son los despistes defensivos. Al Barça le falta intensidad, contundencia. En el gol encajado, Hugo Guillamón hizo lo que quiso en el borde del área. El problema es global, aunque algunos futbolistas salen muy retratados.
En Valencia, el Barça recuperó algunas señas de identidad, pero la temporada pinta muy mal. El Real Madrid puede ponerse hoy a seis puntos si gana al Villarreal. En la segunda vuelta, además, el equipo de Xavi debe visitar al equipo de Ancelotti, al Atlético y al Girona.
Bien hará Xavi en mantener tensionado a su equipo. No puede despreciar ninguna competición. La Supercopa de España será una buena oportunidad para redimirse. También la Copa del Rey. Y el Barça, como mínimo, debe competir en Europa, el escenario de sus pesadillas que mejor simboliza su decadencia. Hoy, el Barça es un equipo plano. Le falta mucho, demasiado, para ser respetado y admirado, pero como diría Koeman, es lo que hay. Cualquier cambio drástico ahora podría empeorar la salud del enfermo. A final de curso será el momento de tomar decisiones en un club con muchas fugas.