El Barça se ha dejado por el camino al 20% de sus socios. Tras una necesaria actualización del censo que ha durado desde mayo hasta noviembre, el club ha pasado de tener 144.000 propietarios a 110.000. Se trata de un descenso notable, sin precedentes y que saca a la luz una cruda realidad: muchos socios pasan de su club.

Varios son los motivos que han provocado que el Barcelona experimente semejante caída en cuanto a miembros. El principal, la indiferencia de los aficionados hacia la vida social de la entidad. La brecha digital, simples despistes, el desconocimiento del proceso, fallecimientos no notificados o una bolsa de fraude que tocaba regularizar son algunos otros. Lamentablemente el descenso experimentado se debe, mayoritariamente, a la desaparición del activismo del culé, más consumidor que propietario, más fan del equipo que responsable de su club.

El número de abonados de Montjuïc (17.000), la media de asistentes a las asambleas (600) o los votantes del referéndum del Espai Barça (42.693 personas, un 29% de la masa social, aprobaron un proyecto de 1.500 millones de euros) son otros indicativos claros que denotan que el socio quiere ver fútbol y que no le calienten los cascos. Y a veces ni eso, ya que el último Barça-Atleti, un clásico del fútbol español, proyectó la peor entrada de la temporada.

Los números son todavía más alarmantes si echamos la vista atrás y comparamos la actual renovación del censo con la que se realizó en 2013. Entonces la actualización debía hacerse de manera presencial y no telemática. Que, a priori, facilita el proceso. Hace diez años el club se estabilizó en 139.573 propietarios. El Barça invirtió entonces un millón y medio de euros en publicitar la campaña. Montó carpas durante los partidos que se jugaron en el Camp Nou, creó diferentes puntos de renovación por el territorio e incluso acudió a casa de los socios de mayor edad.

El Barcelona sacó pecho el año pasado porque creció un 4% en número de propietarios. La nueva junta abrió la opción de hacerse socio a todo el mundo por internet y registró el mayor incremento en miembros desde 2010. Un año después ha perdido a 30.000 culés, lo que supone un fracaso evidente del club a nivel social.

Desgraciadamente la gent blaugrana está dormida y no se hace nada para reavivarla. Las gestiones con la Oficina de Atención al Barcelonista son una quimera. Hasta tres veces se ha intentado comunicar un servidor con la OAB durante el último mes por vía telefónica. Ninguna de las veces obtuve respuesta. Desde el club aseguran que han reforzado la oficina con siete personas más de lo habitual. Está claro que no ha sido suficiente, ya que hubo bastantes quejas en la última asamblea sobre el funcionamiento de la OAB.

Cada vez cuesta más encontrar información que debería ser de dominio público. Una pérdida de 30.000 propietarios merecería una rueda de prensa explicativa, ya que quedan muchas preguntas por responder. Por ejemplo: ¿cuántos socios de los que han desaparecido eran abonados? Es una pregunta trasladada al club y a la que la entidad no quiere, de momento, dar respuesta.

¿A qué irán destinados los abonos que han dejado de tener dueño? Si el socio todavía pinta algo deberían ir a la lista de espera. ¿Cuánta gente hay a día de hoy esta lista de espera? El último dato oficial según la memoria del club de 2018 es de 10.085 inscritos. Ahora el dato es “confidencial” y en la temporada 2020-21 el apartado destinado a la lista de espera desapareció de la memoria.

¿Se podrá eliminar esta lista? ¿Irán todos los nuevos abonos a ese saco de socios que esperan desde hace más de diez años o el club se quedará los asientos para destinarlos a la venta de entradas de carácter general? Son preguntas que merecen respuesta y a las que nadie ha podido o querido responder todavía.

Laporta emuló al presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, al proclamarse presidente del Barça por segunda vez: “No pienses en qué puede hacer el Barça por ti, piensa en qué puedes hacer tú por el Barça”. El refranero español no tiene tanto glamour como Kennedy pero define mejor el momento social de la entidad: el uno por el otro y la casa sin barrer. El socio ni está, ni se le espera.