Las pretensiones de Alexia Putellas son lícitas y asequibles si nos fijamos en el gasto que ha derrochado el Barcelona con el primer equipo masculino en los últimos años. El ejemplo que más puede escocer es que el fichaje de Douglas, ya en el año 2014, costó 4 millones más 1,5 en variables para traerlo desde el Sao Paulo. Pero, por entonces, las cosas eran tan diferentes. Hasta tal punto que el Barça Femenino no estaba profesionalizado e, incluso, los vestuarios eran los mismos y con las mismas condiciones que los de la categoría mini. Así pues, que ahora Putellas pida un millón de euros para renovar cuando está en el último año de contrato no debería sorprendernos.
Pero las cosas están tensionadas. El club parte de una premisa: "Nadie es imprescindible". Con esta idea, el presidente Joan Laporta salió para justificar la marcha de Leo Messi al PSG. Y con la misma filosofía, Nikola Mirotic salió en globo de la sección de baloncesto. Y en estas anda Laporta para ponerse firme y no aceptar el todo o nada que propone Putellas. A partir de aquí, dos consideraciones. La primera y, aunque nos duela, ¿realmente Putellas y el Barça Femenino generan tanto dinero para aceptar ampliar las nóminas? Y la segunda cuestión, ¿al final debemos aceptar que a la directiva solamente le interesa el fútbol y el resto, ya sea femenino o masculino, poco le importa?
Ambas partes pondrán sus puntos de vista encima de la mesa y todos son lícitos. Lo que me preocupa es el run-rún de los últimos tiempos sobre esta renovación. Las posiciones parten de un alejamiento y las cosas se han resfriado. Además, con el auge de la otra gran estrella, Aitana Bonmatí, la directiva tiene más afinidades y puntos de encuentro que con Putellas, con quien nunca han tenido las relaciones a un nivel excelente. Al tiempo, pero si el club cree en este proyecto, deben ir todos a la una.