No es de recibo. De hecho, es totalmente prescindible. Ni todo vale cuando se gana un partido ni todo se le debe perdonar al que marca los goles. Tras la victoria del Barça sobre el Alavés, por la mínima y sin jugar bien, en la jornada 13 de la Liga, hay que decir que Xavi Hernández y Robert Lewandowski se merecen una tarjeta roja.
Especialmente, el delantero polaco. Su bronca, con aspavientos y malas formas hacia Lamine Yamal no son de recibo. El joven canterano azulgrana tiene tan solo 16 años y es una de las grandes promesas del club, un regateador en potencia, capaz de superar adversarios en el uno por uno y de generar superioridades. Sus características son especiales y como ocurrió con Messi cuando era un chaval, hay que mimarlo y ayudarle a su crecimiento desde la generosidad y la sabiduría. Las malas formas que utilizó Lewandowski para recriminarle que no le había pasado un balón podrían quemar antes de tiempo a la nueva joya culé, todavía en etapa de formación. Tarjeta roja para el autor del doblete de la victoria.
Xavi, que tomó la decisión de ponerlo como titular por el desequilibrio diferencial que genera con respecto a muchos de sus compañeros, acertó en su apuesta por Lamine. Sin embargo, se equivocó en sus críticos mensajes postpartido.
Xavi cargó contra la prensa en reiteradas ocasiones. Fue sincero y directo, pero envió un mensaje peligroso e incurrió, una vez más, en preocupantes contradicciones. El técnico azulgrana ya abusó de excusas para justificar los últimos malos partidos contra Shakhtar y Real Sociedad. Pasó del bloqueo mental al problema futbolístico sin acertar a concretar el diagnóstico real con explicaciones puramente tácticas. Paralelamente, periodistas cercanos al míster criticaban la confección de la plantilla.
Este domingo, tras la victoria sobre el Alavés, Xavi ha buscado un nuevo culpable de los males del equipo que, una vez más, no era la lectura táctica. El técnico ha señalado a la prensa como responsable de las inseguridades que sufren los jugadores más jóvenes. En más de cinco ocasiones se ha referido a la prensa para justificar "la tensión que sienten los jóvenes".
Xavi, que no ha sufrido ni la mitad de hostilidad que Koeman, ha confesado que en la charla del descanso no les ha pegado la bronca, porque "necesitaban cariño" y les ha puesto un ejemplo que ha reiterado ante los medios: "Cuando jugaba llegaron a decir que yo era el cáncer del Barça y ahora soy el entrenador".
No es de recibo deslizar el mensaje de que el equipo juega mal por culpa de la prensa. El Barça debe buscar la excelencia, como reocnoció el propio Xavi hace una semana. Y si el juego del equipo no solo no se acerca, sino que está a años luz de la excelencia, puede ser por muchos motivos --físicos, mentales, tácticos, actitudinales o de aptitudes; o un poco de varios--, pero no por las críticas de la prensa. Toca mejorar con fútbol. La única respuesta se debe dar sobre el terreno de juego. Tarjeta roja.