¿Qué podemos decir después de una semana como esta? Ni en San Sebastián ni en Hamburgo el Barça ha sido capaz de competir, de hecho, ya no es que haya pasado por malos momentos sino que no ha tenido buenos en más de 180 minutos de juego.  
Se terminan las excusas y cada vez es más complicado encontrar algo positivo a lo que aferrarse. El problema viene de lejos y ya no nos quedan argumentos futbolísticos, el equipo se ha quedado sin intensidad, sin carácter, sin ideas y sin capacidad cambiar los partidos desde el banquillo.  
¿Xavi queda señalado? Sí, mucho. Pero también Lewandowski, Cancelo, João Félix, Koundé y una serie de varios jugadores contrastados a nivel mundial cuyo currículum no ofrece dudas. ¿Por qué hay tantos jugadores top que rinden tan lejos de su mejor nivel? No lo sé. No lo entiendo.
Con esto quiero decir que si tenemos que buscar culpables, no señalemos únicamente al entrenador porque pese de tener ganas de quemarlo todo, tampoco creo que haya un nombre mejor en el mercado para ocupar el banquillo azulgrana. 
Esta semana se han cumplido dos años de su llegada, dos años de buenos y malos momentos que han servido para darnos cuenta de que la transición está siendo más difícil de lo que pensábamos. Seguimos buscando el ADN perdido y todavía no tenemos claro si lo encontraremos pero, de momento, ya hemos podido volver a celebrar títulos como la Liga y la Supercopa. Tampoco está tan mal.
Además, más allá de los títulos y de las críticas y elogios que cada uno le pueda trasladar al técnico de Terrassa, creo que se está trabajando en la línea correcta. Se están sembrando las semillas adecuadas para recoger frutos mucho mejores a corto y largo plazo. Seguimos vivos en la Liga y en la Champions y pese a que tal vez estemos en el peor momento de la era Xavi, estoy convencido de que saldremos adelante. 
Esto es muy largo y en cualquier partido puede haber un punto de inflexión. De momento, y aunque nunca pensé que lo diría, tengo muchas ganas de que llegue este parón de selecciones.