Luis Enrique llegó al PSG de la mano de sus inseparables para completar su staff de confianza: Rafel Pol como preparador físico, Aitor Unzué, hijo de Juan Carlos Unzué, como analista de vídeos; y Joaquín Valdés como psicólogo deportivo. Viendo los tres nombres, se desprende que a Luis Enrique le gusta, más allá de confiar con buenos profesionales, rodearse de gente de su confianza. El relevo de padre a hijo con la figura de los Unzué es un ejemplo de lo que digo y Rafel Pol lo acompaña desde hace más de diez años. Ambos celebraron los éxitos de Champions y Liga cosechados con el FC Barcelona.
Pero vamos al lío. Joaquín Valdés, el eterno psicólogo de Luis Enrique, vuelve a estar en el punto de mira del equipo parisino, del mismo modo que pasó con el Barça. Precisamente, su carta de presentación mediática en la capital gala fue que los objetivos con los que trabaja van en dos direcciones: gestionar la presión mediática del equipo y separar la decepción que pueda implicar una derrota en Champions del día a día para seguir compitiendo. Y la prueba más evidente que ha tenido para poner en práctica estas dos líneas de trabajo ha sido la última derrota en Europa ante un Newcastle por un esperpéntico 4 a 1. Cuando el pobre Valdés intentó aplicar sus tácticas de coaching en el equipo y ante jugadores mediáticos y un tanto engreídos como Mbappé, la respuesta que encontró fue el pasotismo absoluto de un selecto grupo de genios y figuras que le sugirieron que les dejara en paz.
Lo mismo pasó con el Barcelona y, al final, vimos cómo Joaquín Valdés se convirtió más en un amigo de confianza de Lucho que en una figura clave o de trabajo eficiente para un equipo. En un staff, las personas que lo integran sirven para dar réditos al equipo. Pero también existen figuras como la de este psicólogo o Pepe Costa con Leo Messi que forman parte de las exigencias de entrenadores o jugadores relevantes que van con el pack. Lo que todavía me sigue sorprendiendo es la capacidad de vender que tiene Luis Enrique a la prensa y al gran público sobre la gran necesidad y el trabajo que ofrece Joaquín Valdés a jugadores profesionales… Cuando la realidad es una indiferencia absoluta.
Poco a poco, en París van alucinando cada día más con el asturiano. Y el cuento se repite. La última bronca que propinó Luis Enrique al periodista francés Alexandre Ruiz, en directo, ha dejado a toda la prensa francesa con la boca abierta. Allí, lejos de callarse como en España se ha hecho demasiadas veces, se cuestionan hasta qué punto un profesional puede comportarse como un niño pequeño con rabietas y se encaran, desde el respeto, a la mala praxis del asturiano. Y yo me pregunto, de nuevo: ¿Ni esto puedo controlar el pobre psicólogo?