Otro partido de esos ideales para que los barcelonistas más pesimistas empiecen a tener dudas, aparezca la desconfianza en algunos jugadores, mandar al carajo las rotaciones y restarle crédito a Xavi. Está claro que por muy buena plantilla que tengas es imposible ganar todos los partidos por 5-0 como se hizo ante el Antwerp y el Betis. También es verdad que hay partidos en los que hay que ponerse el mono de obrero y sufrir hasta el final como ya pasó en la primera jornada ante el Getafe y anoche en Mallorca.

Todos sabemos que el fútbol no es una ciencia exacta. Algunos podían pensar que si el Girona, con una plantilla menos valiosa y con menor calidad que la del Barça, le endosó un 5-3 al Mallorca, pues el equipo azulgrana no iba a tener mayores problemas para sumar tres puntos en Son Moix. Pues no. El fútbol es grande porque a veces equipos inferiores empequeñecen a los grandes, los ponen a sufrir como padeció el Barça para salvar un punto.

Pero Xavi confía tanto en su vestuario que anoche se dio el lujo de cambiar los centrales, Koundé y Christiansen, al banquillo. Iñigo Martínez y Araújo, dos que vienen de salir de sendas lesiones, titulares. El equipo, y especialmente Ter Stegen, hasta ayer muy seguro, sufrieron notablemente el experimento. Los dos goles del Mallorca fueron errores de una defensa que estaba mostrándose muy sólida. Pese a todo, el Barça mereció ganar por el esfuerzo y porque persiguió hasta el último minuto el triunfo. Es un punto que pondrá a mucha gente a dudar de la capacidad de este equipo cuando se enfrente a equipos de mayor envergadura. Pero hoy el fútbol tampoco es exacto.