El futbolista número 12, y que me disculpan los aficionados azulgranas, es el doctor Ricard Pruna. De sus manos y su talento dependen que el jugador número 1, 2, 3…y así sucesivamente, estén listos para jugar y no sufrir percances que los mantengan, demasiado tiempo, alejados del césped. Ejemplos no nos faltan: de una reciente lesión en el tobillo del imprescindible De Jong, quien mínimo tiene para cinco semanas, a un Pedri prácticamente invisible desde la mitad de la pasada temporada por el dichoso recto anterior de la pierna derecha. Y así, suma y sigue. Incluso los que no han llegado, como Victor Roque, ya vienen defectuosos de fábrica. Por no recordar el mal aprovechado Ansu Fati, que en un cóctel de mala suerte y jugar al máximo ha caído en la desgracia para posteriormente dejar el número 10 del equipo y marcharse relegado a un terreno tan duro como es la Premier con el Brighton.

Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Yo añadiría que tampoco son casuales. Una planificación sin ser la deseada de Xavi, unas palancas que lo condicionan todo y algunos parches puntuales para sortear La Liga e intentar no dar más pena en Europa. Y, paralelamente, un equipo donde si destacas un mínimo te exprimen al máximo. En definitiva, milagros a Lourdes. Ojo que el siguiente en pasar por las milagrosas manos del doctor Pruna no sea Lamine Yamal. El rendimiento de minutos jugados por partidos se dispara respecto a otros como el mismo Ferran Torres, quien aunque tenga oportunidades en forma de titularidad, nunca acaba de ser del gusto de Xavi para sacarle provecho.

El Barça necesita un once fiable, con rotaciones, pero con un once donde ninguna pieza deba hacer de más para compensar los vacíos que en otras áreas padecen. Pero, paralelamente, debemos ser conscientes de que es un equipo con poca cohesión, donde lo poco que ha trabajado es a través de una gira americana que desde el club estaban más preocupados por el marketing que por los jugadores. Ejemplos de lo que digo hay: campos sin condiciones óptimas para jugadores de primer nivel, cambios de horarios exagerados y horas y horas de viajes que resienten las rodillas de cualquiera.

Ni virus FIFA ni historias. Lo que hace falta es mimar el cuidado físico y no delegarlo todo a las soluciones de la medicina.