No falla. Partido que se juega en Montjuïc, partido que acaba en victoria del Barça. Sin duda, se trata del mejor aliciente para acudir a un estadio desangelado, que está en el trasero de Barcelona, cuyos accesos son incómodos, las colas desesperantes y el regreso a casa por la noche puede llegar a ser más peligroso que largo. 

En favor del club hay que decir que se han puesto las pilas. En una semana han conseguido que los stewards estén mejor informados, que una persona de comunicación ayude como guía a los periodistas y que la localización de la dirección que se envía por Whatsapp sea más precisa. Es cuestión de que todas las partes tengamos un poco más de paciencia; los periodistas, los aficionados y los responsables de comunicación del club, más sensibles a la crítica que a las necesidades de los medios. 

Paciencia también precisaba el Barça de Xavi cuando algunos empezaron a afilar los cuchillos. Van dos años comenzando la Liga con tropiezo ante modesto rival madrileño; pero algo más de un mes después del arranque de la competición, los azulgranas ya rozan su mejor versión. Los nuevos fichajes ilusionan. 

En la última semana hemos podido asistir a las dos caras más positivas del Barça de Xavi. La del fútbol brillante que golea sin piedad ante rivales que juegan abiertos; y la del coraje, la garra y el orgullo para tumbar a contrincantes que se encierran atrás y se hacen fuertes a la contra. De los dos 5-0 a Betis y Amberes, al 3-2 frente al Celta. Y en común tienen un par de cosas: en todos ellos marcó Lewandowski y los tres partidos se jugaron (y ganaron) en Montjuïc. 

Las buenas vibras del Estadi Olímpic se traducen en cinco partidos que se cuentan por victorias, incluido el Gamper: Tottenham, Cádiz, Betis, Amberes y Celta. De momento, Montjuïc es cada vez más amuleto para el primer equipo y cada día un poco menos drama para los aficionados.