Dos partidos, sendas goleadas, dos exhibiciones, un par de manitas para abrazar la felicidad, una decena de goles para sentirse otra vez poderoso, volver a soñar, creer en el entrenador, el equipo... Elogiar la calidad de las nuevas adquisiciones y pensar que este Barça puede ganar y jugar bonito, que va en la autopista correcta camino de encontrar algo grande al final.

Victorias espléndidas ante el Betis y el Antwerp. Seguramente habrá algún cenizo que levantará la señal indicando que hay que aminorar la velocidad de la euforia. Que hay que reír, pero no soltar carcajadas. Puede que tenga razón, porque también argumentará que todavía este Barça de Xavi Hernández no ha encontrado un adversario de mayor peso. Pero las alegrías hay que vivirlas y gozarlas en el momento.

No hay que reprimir los sentimientos, y menos cuando están incitados por el triunfo. Todo lo contrario. "¡Hay equipo!", gritan los más optimistas. La mayor ovación se la llevan Gundogan, Joao Cancelo y Joao Félix, los hombres que han dotado al equipo de calidad y seguridad. "¡El balón vuelve a ser nuestro!", recuerdan los más veteranos. Los aplausos son para Ferran y Lewandowski, la exclamación sigue siendo para Ter Stegen y una defensa cada vez más sólida.

Y claro que todo ese lujo pasa por el coraje y eficacia de Gavi, la excelencia de Frenkie de Jong y la aptitud de los suplentes, cada vez más motivados, cada vez más entusiasmados por no desentonar con los que ocupan la titularidad... Por aprovechar las oportunidades. Ese es el Barça que hemos visto en los dos últimos encuentros. Un Barça de lujo, que diría Xavi, cada día más orgulloso con el trabajo que está desarrollando. Disfrútalo, culé.