El partido del pasado sábado en el Estadi Lluís Companys de Montjuïc proyecta nuevas esperanzas en el dibujo mental de Xavi Hernández sobre su plantilla. Es bien sabido para todos que el de Terrassa no quería a Joao Félix en la nueva planificación azulgrana. No tenía nada en contra de él, pero Xavi había visto en otros candidatos más entusiasmo para traerlos hacia su equipo. Además, la llegada de Joao se hacía con el beneplácito de Deco, que ha pasado de ser agente deportivo a mandar más que un rey en el esquema deportivo del club presidido por su gran amigo Jan Laporta. De este modo, todos los alicientes para Xavi -las referencias que tenía de Joao con una inestabilidad en su paso por donde allí ha ido, sumado a que era una predilección de Deco-, lo traían al negacionismo o la ausencia de empatía hacia él.
Nada más lejos de la realidad, Joao ha empezado a querer revertir esta imagen sobre él y que el míster, pero también la opinión pública, lo tomen en serio y no sea solamente una pieza de marketing que, posteriormente, se rompe con demasiada facilidad. Lo vimos con un gol contra el Betis espectacular: chutó a portería sin ángulo, el mejor gol de la noche. Y también ayudó a que Robert Lewandowski fuera letal dentro del área y le pudiera llegar otra pelota que la acabó convirtiendo en gol. Pero esto no es todo: salió en un once inicial como el nuevo de la clase juntamente con el otro Joao, Cancelo, y parecía por la sintonía, el fuelle y la garra con la que celebraba los goles que estaba dentro del equipo desde hacía más de una temporada. En definitiva, se notaba que Joao Félix necesitaba sentirse valorado y escuchado.
Y así llegamos a su pasado más inmediato: una traumática experiencia en el Atlético de Madrid donde no encontró la sintonía y las ganas de entender y respetarlo por parte del Cholo Simeone, como sí ha encontrado con Xavi y el resto del club. El argentino le hizo pasar un auténtico infierno porque nunca lo valoró y nunca tuvo en cuenta la calidad táctica que Joao tenía por derrochar: o juegas como te digo o no quiero saber nada. Una presión mental que trajo a Joao a la nulidad como jugador, a no sentirse reconocido y a dudar de su auténtica calidad. Hay muchos capítulos, anécdotas del día a día, que Joao recuerda como una tortura dentro del equipo colchonero. Por eso, desde la distancia, le dedicó el gol y la victoria a Simeone.