En mi artículo anterior de la semana pasada, el título ya pretendía que fuera claro con el tema: "¿En serio os sorprende lo del beso de Rubiales?". Me refería a que el personaje tiene tan pocos escrúpulos en general que la lacra de su machismo va asociado a otros atributos peyorativos que ha demostrado sin complejos en el pasado. El ejemplo más claro de todo ello: irse a negociar con Gerard Piqué la Supercopa en Arabia Saudí con unos “chanchullos” que nadie sabe cómo se han cerrado. Por cierto, ya que cito al otro personaje en cuestión: ¿Dónde está Piqué condenando el ‘pico’ de Rubiales? Teniendo en cuenta que no se calla una, la incongruencia de su silencio ahora me sorprende… A medias. Podría tomar nota de su amigo Iker Casillas, ahora en la Kings League, o de su excompañero Andrés Iniesta. Pero Piqué prefiere callar.
Volvamos al lío. Teniendo en cuenta que todos conocemos y conocíamos a Rubiales, ¿en qué momento se desató una ola informativa general con la que, incluso los espacios del telediario daban valor de noticia al hecho que este dimitiría como presidente de la Real Federación Española de Fútbol? Poco menos de 24 horas después repetía hasta tres veces que él no se iba dejando a por la desfachatez con la que asumió el escándalo, pero también ridiculizando a un periodismo que daba por hecho su dimisión sin consultar con las fuentes directas o, aunque sea, reflexionando que el perfil del personaje no cuadraba con la idea de su redención.
La especulación se ha comido la información y, con ello, una batalla más perdida del periodismo que busca ser atractivo sin analizar los costes que pueda asumir si da un paso en falso más. Cuando se trata de ser críticos lo debemos ser para todos y, como concepto, el valor de las noticias en nuestro país es, demasiado a menudo, excesivamente bajo. No pasa nada, se dice y se tira adelante.
Ahora, con el desenlace que tenga Rubiales, tenemos otro reto. No masacrar las 24 horas con un tema que ha sido como la canción del verano, sacarse la arena y el calor de encima y abrir la mirada a otros aspectos más interesantes que sigan siendo compatibles con los hechos, pero no especulaciones, que puedan derivarse de la suspensión de tres meses que le ha mandado la FIFA al presidente del máximo órgano federativo del fútbol. Un buen ejemplo para empezar a redirigir las cosas es no darle bola a su madre, que está más cerca de fichar para Telecinco que quedarse en la iglesia haciendo huelga de hambre. Me produce absoluta vergüenza la gestión de los tempos en todo este caso.
Por último, lo más interesante será preguntarse y dar respuestas de buen periodismo sobre el porqué del prácticamente silencio del Barcelona en este caso. Pero también el de otros clubes y futbolistas. No vale solamente señalar con el dedo al club azulgrana. Encontrar el porqué de estas reacciones sí será de buen periodista.