El Barça es el generador de talento más grande del mundo. La Masia es reconocida como la mejor escuela de fútbol del planeta y los jugadores que han salido de ella han dado años de gloria futbolística al Barcelona y a muchos otros equipos. En el europeo sub21, disputado el pasado mes de junio, España llegó a la final del torneo con seis jugadores formados en Sant Joan Despí. El orgullo viró a frustración cuando, repasando el once, ninguno de ellos seguía vinculado al club que le formó. Arnau Tenas, Arnau Martínez, Juan Miranda, Abel Ruiz, Sergio Gómez y Adrià Bernabé ya no tenían ninguna relación con el Barça. Solo con Juan Miranda la entidad catalana se reservó un porcentaje de futura venta.
El club lo ha intentado todo durante estos años para evitar tal despropósito. Contratos exagerados a adolescentes, rutas deportivas diseñadas a tres o cuatro años vista, escalas salariales bien limitadas, cesiones poco productivas… muchas han sido las opciones exploradas para encontrar la manera de retener a chicos formados en la base.
Actualmente el club se ha planteado dos objetivos respecto a La Masia: sacar rendimiento a la inversión en fútbol formativo y mantener el control sobre jugadores a largo plazo. El primer reto es meridiano: obtener dinero por aquellos futbolistas que no tienen perspectiva de asentarse en el primer equipo. En los mejores escenarios (utópicos incluso) el club calcula unos ingresos de 30 millones de euros anuales por traspasos de jugadores que salen del filial.
La segunda tarea es todavía más complicada: mantener un control a largo plazo sobre un futbolista al que le comunicas que no está preparado para jugar en el club de su vida. Para ello el Barça ha encontrado una fórmula sencilla, pero algo más efectiva que las anteriores: cambiar las cesiones por ventas. Fuentes del mercado califican este giro estructural como muy importante, ya que los clubes se creen más a un jugador en propiedad que a uno cedido. La nueva modalidad de negocio del Barça le garantiza unos ingresos inmediatos y el monitoreo del jugador por si explota en la élite.
Mateu Alemany y la dirección deportiva ha convertido este tipo de traspasos en el pan nuestro de cada día durante el actual mercado de fichajes. Álex Collado, Chadi Riad, Estanis Pedrola y Nico González, cuatro jugadores forjados en el fútbol base y que los técnicos no consideran todavía preparados para el primer equipo, han dejado en la caja del club un total de 13,9 millones de euros. En el caso de Estanis la Sampdoria ha pagado 3 millones y la compra está supeditada a que el jugador debute con el conjunto italiano. Con Chadi el Betis ha desembolsado 2,5 millones y Nico le ha costado al Oporto 8,4.
Se trata de una cantidad importante en tiempos de economía de guerra y además el club blaugrana se reserva un 40 % de una futura venta en el caso de Nico y un 50% de Riad y Pedrola. Algo inferior, alrededor de un 20%, en el traspaso de Álex Collado. Pan para hoy y también para mañana.
La fórmula de la Cocacola termina con un último ingrediente clave, la opción de recompra. La de Nico está fijada en 30 millones y la de Chadi y Estanis en 7, cantidades asumibles para el Barça en un contexto de normalidad financiera. Si el club decide recomprarlos significa que su valor en el mercado es superior. Esta es una técnica que ya se empezó a usar durante el curso pasado con hombres como Mika Mármol o Óscar Mingueza y que se ha perfeccionado y se seguirá aplicando en los próximos mercados de transferencias.
El dinero logrado con activos del fútbol base se reinvertirá parcialmente en figuras incipientes. Es el caso de Noah Darvich, la última gran perla incorporada al filial azulgrana. Fue la estrella de la Alemania sub17 campeona de Europa. El Barça se lanzó a por Darvich tras el viaje frustrado de Deco a Turquía para firmar a Arda Guler. El Madrid fle ofreció el carro de la Cibeles al turco y Mateu y Deco se pusieron manos a la obra para lograr a la promesa del Friburgo. Con 16 años ya participó en la pretemporada del equipo germano. Es un fichaje de consenso, una apuesta de 2,5 millones de euros que, si sale bien, aseguran en el club que el próximo año ya puede costar 20. “Es un cañón, estamos alucinando con él”, cuentan los que conviven con Darvich día a día.
Se trata de un joven zurdo de 16 años con capacidad de asociación, llegada y olfato de cara a portería. Puede desempeñarse como extremo, mediapunta o interior. Rafa Márquez habló con él y el staff del primer equipo lo conoce y le tendrán un ojo puesto. Y además hay documentos gráficos que atestiguan que es muy culé desde pequeño. De esta forma se explica que eligiera al Barça por delante de muchos otros grandes de Europa que le ofrecían más dinero. Ha firmado hasta 2026 con una cláusula de rescisión de 1.000 millones de euros. La nueva fórmula de la Masia empieza a dar sus frutos.