El Barça afronta un nuevo curso con algunas certezas y muchas dudas. La temporada 2023-24 será la temporada de Montjuïc y los recortes. A principios de julio todavía faltan muchos asuntos por resolver. El club tiene claras las incorporaciones, pero encalla con las salidas. No hay manera de desprenderse de futbolistas con un salario muy alto y un rendimiento muy inferior.
Umtiti es el único caso que ha solucionado el Barça. Se espera también un pronto acuerdo con el Tottenham por Lenglet, pero no hay noticias por Dest. El lateral estadounidense sigue en nómina y es un problema para Xavi Hernández, quien también espera que Collado finiquite su etapa en el club.
A Laporta, de momento, no le cuadran las cuentas. Necesita una venta sonada, pero no hay manera. Ansu Fati ya le ha comunicado que no piensa irse y el presidente parece haber asumido la postura del delantero. También están en venta Ferran Torres, Éric García y Franck Kessié, entre otros.
El Barça, paralelamente, ha anunciado ya los fichajes de Gundogan e Iñigo Martínez. También está atado Vitor Roque, aunque el delantero brasileño podría llegar el 1 de enero. Faltan el mediocentro que releve a Sergio Busquets y un lateral derecho.
Laporta espera que su Barça sea igual o más competitivo que el de la pasada temporada. Europa es la gran asignatura pendiente. El equipo de Xavi todavía está muy lejos de ser un referente internacional y el club espera la resolución del caso Negreira. Pero el gran asunto pasa por comprobar la respuesta de los aficionados al traslado a Montjuïc y las sensaciones son malas. El Barça, un club que tanto presume de ser de sus socios, está en manos de los turistas. Mal asunto.