Qué alivio, debe pensar el bueno de Jan, ahora que las secciones han ganado sus ligas respectivas, pero no han conseguido escalar los podios europeos. Los recortes estaban programados antes de terminar la temporada, igual que cerrar BarçaTV, y según qué despido hubiera sido más difícil de explicar a la culerada con unos resultados más abultados.
Así pues, el Barcelona sigue con su plan de recortes porque con el todo vale como excusa ante una crisis financiera, podemos cargarnos lo que nos plazca. Menos el femenino que ahora queda muy bien venderlo, aunque el fútbol femenino todavía no sea rentable en un país que va tarde en todo. Obviamente el club acarrea una deuda difícil de soportar, pero las proporcionalidades con las que se recorta por un sitio no son las mismas que otras.
Y en esta agonía de pérdida también existen los referentes. Leo Messi ya salió disparado hace dos años, aunque hayan tratado de hacer marketing barato con su retorno posteriormente. Y con el adiós de Nikola Mirotic y Saras Jasikevicius pasa lo mismo. De entrada, desearle suerte al sustituto en el banquillo, el bueno de Roger Grimau, un gran referente del barcelonismo y buen amigo de Laporta.
Las comparaciones son odiosas y no hace falta pre juzgarlo cuando todavía no ha debutado, seguro que tiene un buen futuro. Dicho esto, Saras había conseguido confeccionar un equipo ganador y le faltaba una mecha más para consolidarse: tres victorias aplastantes contra el Real Madrid indican alguna cosa más que ganar un simple play-off. Además, en el terreno económico sabemos que Grimau habrá llegado por una módica cantidad. Después de probar suerte en el mundo empresarial con un gimnasio o algunas incursiones en medios, su caché no es para nada desorbitado para un club como el Barcelona.
La gran pregunta que se debe hacer el barcelonismo es si todas estas operaciones servirán de algo o son simple maquillaje. ¿Acaso cuando se fichó a Ferran Torres el club no tenía los mismos problemas de solvencia?
Porque, digo yo, que si el club está sentenciado a convertirse en algo que se parezca poco a un club, ¿hace falta cargarse fichajes insignificantes para las arcas finales? La comparativa de las secciones con el fútbol es tan abismal que ni el propio Saras puede limpiar el agujero negro que hay. Además, teniendo en cuenta que la inversión y la presión de capital árabe, tal como avancé, es un condicionante cada vez más fuerte, ¿realmente servirá de algo todo este lío montado?
Lo que más debe sorprendernos es que los socios y socias no digan nada. Pero aquí también radica una cuestión de fondo: los que tienen voz y, especialmente, voto, son los socios compromisarios. Y estos, ya sabemos, que siempre van del lado de la directiva que manda. Buena suerte.