El último vídeo que circula contra los azulgranas es el festejo de la Nations League y el momento en el que Gavi coge el micro, vestido con la Roja, y agradece al público presente la asistencia. Es entonces cuando, acompañado de Jordi Alba, empieza a escuchar gritos en contra de su persona que derivan en insultos más fuertes contra el FC Barcelona.
Más allá de la indiferencia y falta de reacción de Jordi Alba, con esto demuestra que era un capitán por antigüedad, pero en ningún caso por méritos, es increíble cómo se ha instalado la cultura del insulto contra este club catalán con total impunidad.
El caso Negreira abrió la veda y allá donde el equipo se desplazaba, gritos de insultos, pancartas vomitivas o amenazas mientras bajaban del autobús. El tema se hizo todavía mayor con la victoria de la Liga en Cornellà que terminó con radicales saltando al campo e, incluso, encarándose a Sergio Busquets y rozando la violencia física si no hubiera de por medio la seguridad del campo. En cuestión de meses, el barcelonismo se ha acostumbrado a una rivalidad insana llena de reproches muy graves, amenazas directas a los jugadores y un desprestigio de la entidad a nivel de reconocimiento que señala uno de los dos clubs que alimentan una Liga totalmente paupérrima.
Y en paralelo a ello, ¿qué medidas se han tomado? Absolutamente ninguna. Incluso desde algunos medios y perfiles, como el del propio presidente Javier Tebas, se ha fomentado a través de mensajes subliminales o el silencio más absoluto. Y ya sabemos que quien calla, otorga. Será muy difícil sacar la lastra de esta manera de tratar a un club como el Barcelona, galante de valores que no sabe imponer su respeto en el propio Estado español.
Pero más lamentable es que interese llegar a una polarización que daña el fútbol en general. Escuchar cómo insultan a Gavi y la pasividad con la que se reacciona sin hacer nada es una prueba de que la cultura del insulto contra los colores azulgranas ha venido para quedarse.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero yo también digo que con el ejemplo podemos servirnos de ser proactivos en la argumentación. Con Vinicius se hizo un tema de estado sobre unos insultos residuales sufridos. Condenables y reprochables. Tanto como los que sufre el Barcelona, pero entre estos dos grandes, el poder mediático ya sabemos que se lo lleva el Real Madrid. Me consta que la directiva de Jan Laporta, entre los muchos frentes que tiene con La Liga, quiere plantear seriamente una comisión para plantear y denunciar lo que se está cometiendo contra el club y los suyos.
En las artes mediáticas, Laporta no tiene rival. Pero su problema y el del Barça es que en esta lucha están demasiado solos. Solos, hasta que pase una desgracia. Porque el faltar a este club centenario ha venido para quedarse. Una pena.