Deco pulula por la ciudad de Barcelona desde hace días. El nuevo director deportivo, que ejerce sin que el club haya oficializado su llegada, aterrizó el pasado martes en la ciudad condal dos horas antes de que Messi dijera que se va a Miami para ponerse al mando de las operaciones del club. El brasileño ha llegado al Barça para hacer su propio proyecto, con voz de mando y control sobre todos los aspectos que atañen al fútbol profesional.
El regreso de Deco a la ciudad coincide con la concentración de la selección de Brasil en Barcelona. Esta semana el hotel Sofia es el epicentro del mercado brasileño en nuestra ciudad. Más allá de Vinícius, Casemiro, Marquinhos y compañía, allí se encuentran muchos agentes que intentan hacer negocio coincidiendo con la llegada de la Canarinha a Catalunya. Por ejemplo, Giuliano Bertolucci, representante de Vanderson, lateral derecho muy del agrado de Deco, ha estado estos días en Barcelona.
Deco viene para mandar. El brasileño quiere tener poder de decisión en el primer equipo pero también en el filial y en el juvenil, donde hasta ahora no se involucraba Jordi Cruyff.
Para afrontar este nuevo escenario, Deco se deberá sentar con Alexanko y delimitar bien las áreas de poder de cada uno. Uno de los retos del nuevo director deportivo será rentabilizar el fútbol base. El club ha sufrido en los últimos tiempos un obstáculo al que debe encontrar una solución: evitar que futbolistas que se han formado durante una década en la Masia se vayan gratis del club a ligas menores en las que les pagan lo que nunca podrá pagar el Barça. Véase el caso de Víctor Barberá, máximo artillero de la Youth League, que se va a Bélgica a seguir con su carrera dejando al Barça a dos velas tras muchos años de formación.
Más allá del filial, la gran apuesta de Deco para el primer equipo es Vitor Roque. El futbolista es del agrado de todos en el club pero sobre todo de Deco, que no ha actuado ya por culpa del Fair Play Financiero. El brasileño esperará al Barça e incluso se pueden buscar fórmulas para bloquear al futbolista. Por ejemplo, cerrar ahora el traspaso y esperar a enero para incorporarlo, empezando a pagar entonces. Se podría abonar a plazos y la operación sería de 30 millones de euros y otros 10 en bonus. El fichaje de Roque es, por precio, un riesgo asumible para cualquier grande de Europa menos para el Barça, que necesita certezas. También gente vinculada a Vitor Roque se ha paseado esta semana por l’Eixample.
El todavía agente de jugadores está convencido de tirar hacia adelante un proyecto propio en el club. Dejará su agencia para dedicarse únicamente al Barcelona. Sorprende que desde hace días ejerce sin confirmación oficial de su cargo y sin noticias sobre la desvinculación de su agencia de representación, D20 Sports. Las cosas de palacio van despacio. Y en ese sentido la empresa de Deco es enorme: aligerar una plantilla en la que nadie quiere salir y mejorarla sin margen para la inscripción de futbolistas.