Pep Guardiola ya tiene tres Champions. En Estambul ganó la primera sin Messi, Xavi e Iniesta. El Manchester City, un club históricamente de la clase media de Inglaterra, se ha proclamado campeón de Europa gracias al dinero de Abu Dabi y al método y la perseverancia del técnico de Santpedor. En la gran final, tal vez no fue mejor que el Inter, pero sí ha sido el mejor equipo continental del actual ejercicio. Su fútbol es mucho más atractivo y solvente que el del Barça de Xavi Hernández.
Diez años le ha costado a Guardiola ganar una Champions sin ser entrenador del Barça. Con el Bayern se estrelló contra el Atlético de Madrid, el Barça y el Real Madrid. Y con el City perdió la final de 2021 contra el Chelsea. En Estambul alcanzó la gloria gracias a un gol de Rodri, un futbolista por el que pagó la cláusula de rescisión sin apenas inmutarse.
El City actual es una suma de estrellas. La que más brilla es Haaland, pero el noruego no fue decisivo en Turquía. La clave, sin embargo, radica en el centro del campo, donde Rodri combina con Gundogan, De Bruyne y Bernardo Silva. Con tanto talento es más fácil ganar y Mascherano no olvida una frase que le dijo Pep cuando ambos coincidieron en Barcelona: "Si un día eres entrenador, solo querrás jugar con centrocampistas".
En Mánchester, Guardiola vive tranquilo. El City es un club con un entorno mucho más liviano que el del Barça. No hay guerras internas ni se magnifican las derrotas como en Barcelona. Con Txiki Begiristain a su lado, Pep se siente cómodo. En siete años en Inglaterra, Pep lo ha ganado todo. O casi.
La bonanza del City contrasta con los altibajos del Barça, un club ciclotímico por naturaleza, con una economía muy precaria y un futuro incierto. Sus convulsiones contrastan con la tranquilidad del club inglés.
El Barça de Laporta está en manos de Xavi. El club vive al día, de los resultados del equipo. La buena gestión del vestuario que ha hecho el técnico ha sido la clave de una Liga muy celebrada en los despachos del Camp Nou. La sensación, sin embargo, no es la del inicio de un ciclo ganador, porque el Barça todavía es vulnerable y ni tan siquiera sabe si el próximo ejercicio podrá competir en Europa. Ahora, en verano, toca recoger los frutos de Mateu Alemany, otra de las claves del éxito de una entidad con urgencias.