Llevaba semanas avisando de una desgracia o una imagen todavía más lamentable que podía suceder entre la afición perica. Vaya por delante que lamento mucho todo lo ocurrido y que no se trata de poner a todos los aficionados en un mismo saco porque esto me parecería desproporcionado y totalmente injusto. Pero aunque sea una minoría, esta no es silenciosa, y el problema no es tanto contar con unos auténticos bestias, sino con la pésima gestión que se hace desde el RCD Espanyol como club a todo lo que toca.
Las disputas, insultos y amenazas que vimos en el último partido entre el Girona y el Espanyol en Montilivi fue el aperitivo de lo que se vivió en Cornellà el pasado domingo por la noche: hooligans pensando que tienen impunidad para ir patrocinando el terror allá donde van. Las primeras imágenes en Girona pasaron desapercibidas porque eran vídeos caseros de algunos asistentes. Pero lo del derbi barcelonés se vio a través de la imagen oficial del canal que tiene los permisos. Y no hay interpretaciones posibles: una perspectiva panorámica que retrata la peor cara del fútbol.
A partir de aquí, vamos a dejarnos de cuestionar qué pone en el acta arbitral (pasó después de pitar el final del partido) o qué perfil de gentuza hay detrás: la máxima responsabilidad es de un RCD Espanyol gestionado por un presidente que no ha condenado los actos y no aparece por el club desde antes de la pandemia del año 2020. Además, el equipo comunicativo que tiene no dijo nada ni supo reaccionar.
La conclusión es clara: a Chen Yanseng y al Grupo Rastar les importa un bledo lo que pase o si el equipo desciende. El aterrizaje de Chen se concedió como una inversión, un desembarco europeo de su multinacional de juguetes. Chen ya ha recuperado la inversión y, en estos momentos, tiene problemas más importantes como es recuperar la pérdida del valor de sus acciones o contentar a un gobierno chino al que no le gusta que sus multinacionales generen ningún ruido.
La salida de Chen estará condicionada, en menor o mayor medida, a los resultados finales de esta temporada. Si el club permanece en Primera División será más fácil venderse el 99% de sus acciones. La percepción desde dentro es clara: Chen quiere dejar morir el club. En los últimos tiempos, acentuado con la pandemia, el teletrabajo ha aumentado sin orden ni consenso. Nadie manda y se han roto las buenas maneras de hacer, como por ejemplo el trato personal con las peñas y los socios y socias. Son pequeños detalles que van calando, destruyendo poco a poco y dejando claro que el fútbol, tal como lo entendemos nosotros, dista mucho de los grandes grupos de inversión.