Yo no soy tonto era el eslogan que viralizó la empresa Mediamarkt, de la que Ferran Reverter fue director general durante cinco años. El ex CEO del Barça ha sido señalado como el principal responsable de que Leo Messi saliese del Barça en agosto de 2021. Ferran ya no está en el club y Leo, haciendo bueno ese eslogan, volverá si no es tonto.
La jugada de regresar al club de sus amores es buena para él se mire por donde se mire. En primer lugar, por su familia. Tanto su esposa, Antonella Roccuzzo, como sus hijos, Thiago, Mateo y Ciro, llevan dos años suplicándole el regreso a su preciosa casa en la montaña de Castelldefels. Ellos no dudan, hastiados como están de París. Si acaso, pueden haber dudado su padre, Jorge Horacio, o su hermano, Rodrigo, que anteponen cuestiones como la económica a otras emocionales o vitales, pero en su casa no hay discusión. Todos lo tienen claro: apuestan por la calidad de vida.
El tema económico es complejo. Sin duda, en Barcelona Messi cobrará mucho menos que en París. Ahora se habla de solo 5 millones netos (10 brutos) y un porcentaje de la publicidad que se genere más variables por rendimiento/títulos. En este sentido saldrá perdiendo, pero aún así puede ganar mucho.
No hay nada que venda más en el mundo que una buena historia. Y Messi la tiene. Y la puede redondear volviendo al Barça. Además de ser el mejor futbolista de todos los tiempos, Leo mantiene un idilio de amor con el FC Barcelona que no escapa a nadie. Es el club que se lo dio todo cuando él no tenía nada. La entidad que apostó por sufragar un tratamiento de hormonas de crecimiento cuando tenía 13 años y en Argentina nadie se quería hacer cargo. Leo Messi es el mejor pero nunca sabremos si habría llegado a serlo sin someterse a aquel tratamiento que le costeó el Barça tras la intervención ineludible de Charlie Rexach y Josep María Minguella.
Han pasado casi 25 años desde entonces y ahora el que necesita ayuda es el Barça. El club que le ayudó reclama el regreso del hijo pródigo a un coste asequible para inyectar dinero en sus mermadas arcas. Desde la pandemia, todos los números ordinarios del Barça son negativos. Sin palancas, las pérdidas serían de 200 millones y, por este motivo --y otros-- la Liga de Tebas no deja hacer fichajes. El Barça necesita dinero como agua de mayo y sin Leo es mucho más difícil conseguirlo.
Bartomeu, que se equivocó en muchas cosas durante sus años al frente del club, suele decir que sin Messi todos los demás jugadores nunca habrían llegado a ganar tanto dinero. Leo, que lo sabe, consiguió cobrar mucho y también hizo que sus amigos en el vestuario ganasen mucho. Y también ayudó a que el club ganase muchísimo. Porque el Barça es más fuerte con Messi, pero Leo también es más fuerte con el Barça. Su imagen se beneficará de volver, y encima, renunciando a dinero por amor a su club. Es una historia que vende y se acaba llevando al cine. O a Netflix, como el The Last Dance de Michael Jordan. Esta alianza es un win-win económico. Messi puede ganar algo menos a corto plazo, pero a la larga lo superará con creces.
Pero también es un triunfo emocional. Para lavar la imagen de Laporta, que se deterioró mucho con las lágrimas de Leo, y para endiosar a Messi, dispuesto a devolver el favor a su Barça. El club obra adecuadamente al permitirle la despedida que se merecía y no tuvo. El jugador lo hace ayudando a dar un impulso económico a la entidad en el momento más delicado y sin pedir las cantidades astronómicas de antaño. Y si, de paso, llega con la motivación a tope y puede hacer que el equipo vuelva a pelear la Champions, ya tenemos el colofón que ni soñado para una preciosa historia que está destinada a escribir este capítulo: el regreso de Messi al Barça.