El FC Barcelona vive al día, con muchos sobresaltos y con demasiadas tensiones en los despachos. Sin financiación todavía para el Espai Barça y con números rojos en muchas áreas, el club se agarra a los resultados del equipo de fútbol, decepcionantes en Europa e ilusionantes en España. Y Joan Laporta, el funambulista presidente azulgrana, sabe que se jugará toda la temporada en la Liga.
Club ciclotímico por definición, el Barça tiene que recortar su masa salarial en la misma medida que busca nuevos ingresos, faceta en la que tampoco brillan los actuales gestores del club. El nuevo Barçagate, tras filtrarse la relación entre el club y un personaje tan siniestro como Enríquez Negreira, ha dinamitado la imagen de una entidad que en el pasado fue modélica en toda Europa y que ahora está bajo sospecha. La reciente eliminación de la Europa League tampoco ayuda en la búsqueda de patrocinadores.
Las negociaciones con Goldman Sachs para la financiación del Espai Barça avanzan muy lentamente. El gigante estadounidense busca nuevos clientes en Norteamérica, como si no existiera el mercado europeo o el asiático. La alianza entre el club y la compañía turca Limak también ha sido cuestionada por muchos arquitectos y profesionales de la construcción. No les cuadra el presupuesto y los plazos de ejecución de la obra.
El Barça está muy tocado económicamente. Deportivamente también tiene mucho margen de mejora, sobre todo en Europa, donde le cuesta competir con los grandes clubes y otros clubes no tan grandes como el Eintracht de Frankfurt. En España, por suerte, el equipo de Xavi manda con autoridad.
Jornada tras jornada, el Barça resiste el acoso del Real Madrid. Un acoso que no es tal, con el equipo de Carlo Ancelotti obsesionado en la Champions, como si el resto de competiciones fueran menores. En la misma semana que le endosó cinco goles al Liverpool, el Madrid empató con el Atlético en el Bernabéu y el Barça tiene la gran oportunidad de abrir una brecha de 10 puntos que no sería definitiva, pero casi. Los fiascos madridistas son un alivio para el Barcelona.
El equipo tiene la Liga en sus manos. Es, con diferencia, el club que más la desea. Y solo él puede perderla. Xavi ya ha encontrado la fórmula perfecta para motivar a sus futbolistas. El técnico ha sacrificado algunos adornos para armar un equipo más consistente y pragmático. El Barça será menos estético, pero igual de ambicioso y no hay motivos ahora para revoluciones ni cambios bruscos.
Laporta sabe que está en manos de Xavi y sus futbolistas. La Liga calmará muchas frustraciones, pero también sabe el presidente que un desenlace inesperado podría desatar la caja de los truenos. El Barça no puede fallar en la Liga... o fallarían demasiadas cosas.