No fue una gran exhibición ni un partido espectacular. Pero fue la noche en la que el Barça estrenó victoria sobre el Manchester United en el mítico Old Trafford, y en la Champions. Pero el balón estuvo más en los pies de los azulgrana (67%) y las mejores oportunidades fueron también de los entonces jugadores de Ernesto Valverde. Desde luego que ese Barça ya no era aquel equipo sensacional que enamoraba.
Ya en 2019 se avistaba el declive de algunas “vacas sagradas” y los fichajes --Coutinho y Arthur-- decepcionaban, mientras Dembelé, o estaba lesionado, u ocupaba asiento en el banquillo. Contaba el Barça con una pareja de lujo, goleadores como Luis Suárez y Leo Messi.
Pero el único gol de aquel encuentro lo anotó Luke Shaw en propia puerta a los doce minutos de juego. Resultó suficiente para encarrilar la eliminatoria de cuartos de la Champions. Y ellos tenían un gran equipo. Tenían a De Gea y a Rashford. Aquel triunfo sirvió para que el barcelonismo soñara nuevamente. Duró poco el sueño y mejor no recordar la pesadilla que llegó en semifinales.
El tema es que un 0-1 esta vez es el resultado que necesita el Barça de Xavi para seguir vivo en la Europa League. Ese marcador que en la Liga le ha servido para ganar siete partidos de los 19 triunfos que acumula: cinco fuera de casa (Atlético de Madrid, Girona, Mallorca, Valencia y Villarreal) y dos en el Camp Nou (Celta y Getafe).
Si este jueves el triunfo llega de forma brillante, mejor. Los socios volverán a soñar. Y si llega gracias a un autogol de ellos, como aquel abril de 2019, pues bienvenido será. Y también la masa social barcelonista se acostará soñando en que mejores tiempos están acercándose.