Tal como avancé hace unas semanas, Xavi Hernández no cuenta con Pablo Torre tanto como nos hicieron vender cuando llegó. De ser una enorme promesa a no tener ni un mísero minuto ante el Cádiz, en el último encuentro liguero, y ante un rival que roza las posiciones de descenso y cuando el partido estaba más que sentenciado.

Antes que Torre, el míster de Terrassa prefirió al delantero del juvenil Ángel Alarcón que ya tuvo su última oportunidad ante el Ceuta en Copa del Rey con 10 minutos. Pero el rectificativo que se llevó Torre no termina aquí ya que en el partido de domingo, incluso se preparaba y llegó a calentar para prepararse y rascar un poco de presencia en el Camp Nou. Nada de esto. Es evidente que el mensaje que se le lanza a Torre es claro: o espabila o espabila.

En mi penúltimo artículo sobre el tema lamenté la falta de concentración del joven cántabro. Ya sabemos que jugar en el Barcelona, con el ambiente, siendo joven y el ocio que implica cuando estás en la etapa de pasártelo bien, pueden confundir las cosas. Y parece que esta tendencia sigue igual, aunque su entorno más directo me llegara a decir de todo por ello.

Lo que es una evidencia empírica es que, en estos momentos, Pablo Torre no entra en los planes de Xavi. Y ya sabemos que el míster no es caprichoso e intenta siempre ser justo y dar oportunidades… Incluso cuando muchos no las ven. ¿Debemos recordar cómo ha apostado por Dembelé, pese a los desastres acumulados? ¿O cómo ha convencido a Ansu Fati para ser una piña, que tenga paciencia y apueste por su salto mediático en el Barcelona y no lejos de aquí? Pablo Torre puede reconducir la situación, aunque las oportunidades se están agotando.

Cuando pasan estas cosas siempre me acuerdo de la disciplina que la familia Hernández ha transmitido desde los inicios de Xavi, cuando todavía era un niño. Su padre Joaquim, entrenador y buen amante del fútbol, me ha contado más de una vez que cuando era joven, como es normal, su hijo quería salir de fiesta. El tema no pasaba por una prohibición estricta, pero sí por hacerle entender al joven Xavi que habían momentos para todo. Y que, si al día siguiente tenía un partido, lo correcto era quedarse en casa y descansar. E incluso, aunque el fútbol le sacaba muchas horas, no podía perder de vista los estudios. Y como estos dos ejemplos, tantos más que le hicieron convertir en un número 1. Para ser un líder lo debes demostrar y, de momento, Pablo Torre sólo tiene (o tenía) el cartel de promesa.