Han pasado ya varios días, pero todavía me parece sublime la exhibición del Barça en la final de la Supercopa de España ante el Real Madrid. Esta Supercopa significa mucho más que un título para el Barça. Y es que, sin volvernos locos por su valor, tengo la sensación de que después de esta victoria Xavi ya nada volverá a ser igual.
El Barça fue capaz de evolucionar su estilo e hizo una auténtica exhibición ante el Real Madrid. Uno por uno, los jugadores estuvieron inconmensurables y ganaron todos sus duelos particulares contra los blancos. Pero, de entre todos ellos, me quedo con Gavi. Gavi es de otro planeta. Un futbolista que, con 18 años, se ha convertido en un jugador decisivo e indispensable en el Barça y en la selección.
Y que, este año, está demostrando que la suya no es una moda pasajera. Decían que era internacional por la amistad de su representante, Iván De la Peña. Con Luis Enrique, que estaba en la absoluta porque jugaba en el Barça e incluso que Camavinga o Tchouaméni eran mejores que él. JA-JA-JA, todos retratados.
Gavi ha batido récords de Messi, de Cruyff y Pelé y se ha confirmado como uno de los mejores centrocampistas del mundo del momento. La exhibición en la final de la Supercopa de España contra el Real Madrid fue antológica, de las que marcan época y da alas que recordaremos con el paso de los años. La exhibición de Gavi está a la altura de la de Messi en Stamford Bridge la noche del teatro del bueno. O a la de Ronaldinho ante el Sevilla en el Camp Nou, en la noche del gazpacho. Con perdón, pero lo suyo es acojonante.