Cuánta alegría para el barcelonismo obtener el título de la Supercopa conseguido tan brillantemente por el Barça ante el Real Madrid. Qué bien que semejante éxito haya desviado un poquito la atención de la canción de moda, la que Shakira dedicó a Gerard Piqué y que ha cautivado al mundo entero. Es realmente enternecedor que el presidente Laporta agradezca a la afición la paciencia que ha tenido hasta conquistar su primer título cuando hace un año, tras perder en la misma competición, dijo aquello que sentó mal a De Jong: “Todos los culers estamos orgullosos de ser del Barça, más que nunca”.
Aquella vez no había razón para estar orgulloso. En esta ocasión, sí. Orgullo y satisfacción da al barcelonismo un triunfo nítido, contundente, sobre el campeón de Europa. Y luego ver esos documentales, los vídeos mostrando a un grupo feliz, enseñando las felicitaciones, las caras alegres, los momentos de mayor alegría vividos por el vestuario en el momento de celebrar el título.
Esas caritas sonrientes hacía mucho tiempo que no se veían. Xavi gritando a los cuatro vientos su fortuna, el haber logrado por primera vez que el equipo jugara como él quiere, con un rondo de 43 pases seguidos, una exhibición de primera línea, de esas que ilusionan y obligan a soñar en que vendrán tiempos mejores.
Y el barcelonismo está obligado a ilusionarse con ellos, porque la victoria en Arabia fue espectacular. Para creer, para dar confianza al proyecto, para no dudar de Xavi ni de todo este equipo. Dicho esto, seguro que muchos culers estarán de acuerdo conmigo cuando afirmo que este Barça no tiene adversario en el fútbol español.
Solo seis goles en contra en el campeonato liguero y el segundo equipo más goleador, con una sola derrota encajada en el campo del Real Madrid. Recuperar el título de Liga no es un desafío para este Barcelona, aunque sea el gran objetivo. En España no hay ningún equipo mejor que él. Su gran reto es Europa.