Ver la situación en la que se encuentra Cristiano Ronaldo da cierta lástima. Parece falto de afecto –algo que ya manifestó en el Real Madrid cuando pidió un aumento, que no se le dio, como muestra de ese cariño que necesita– y en lo deportivo ha tirado la toalla frente a Messi. Se da por derrotado, máxime con el Mundial que acaba de ganar Leo con Argentina. CR7 pasará a la historia como uno de los cinco mejores futbolistas de todos los tiempos –por sus registros y por su duración–, pero en su fuero interno siempre estará a la sombra de la Pulga. Y eso tiene que dolerle a alguien como él, necesitado de ese reconocimiento permanente y de demostrar(se) a diario que es el número uno de su profesión.

CR7 dejó de sonreír el día que se marchó del Real Madrid. Ya sea porque casi nadie puede (ni quiere) pagar lo que él considera que vale, o porque es incapaz de asumir que su carrera está próxima a su fin, no ha hecho más que dar tumbos en un último intento de desbancar a Messi de lo más alto, pero no lo ha logrado. Su salida del Manchester United es de traca. No te puedes marchar así de ningún sitio, y menos de tu casa. Pero él sabrá lo que hace, que ya es mayorcito, aunque da la sensación de que no escucha a nadie (o no tiene a nadie cerca que le oriente y asesore como es debido, que le diga lo que no quiere oír).

En este contexto, la única salida que ha hallado Ronaldo es la propuesta saudita, por la que se convertirá en el futbolista mejor pagado del mundo pese a estar en el ocaso de su carrera y pese a ser la liga de Arabia una de las más desconocidas. Así, solo demuestra que se rinde, que cede ante Messi, aunque quiera creerse que su contrato con el Al-Nassr es único porque él es un jugador único. La verdad que oculta este fichaje es que Cristiano es tan pobre que solo tiene dinero.