Me parece un absoluto despropósito culpar al árbitro Mateu Lahoz o a la jugada de la bota voladora por la cuál Marcos Alonso concedió el gol de penalti al Espanyol que provocó el empate definitivo entre azulgranas y pericos. Seamos honestos y un poco serios: el Barcelona no juega a nada, es culpa del mal juego que desarrolla y un partido que pudo rematar con los primeros 20 minutos, acabó sufriendo y agradeciendo no perder. Sinceramente, es una auténtica vergüenza.

Pero ante este partido, también tenemos un nombre propio que sacó la cabeza y fue el de Marcos Alonso. Más allá de la falta que provocó un empate cantado, también es mérito suyo el gol que marcaron los de Xavi, prácticamente nada más empezar. Y también es mérito suyo ver una defensa que, como mínimo, no estaba tan mal como nos lo pensábamos. Vamos a ser francos: el ataque de un horroroso Dembelé, un mimado Ferran Torres o un poco inspirador Ansu Fati dan más miedo que lo que se ve al otro lado del campo.

Por todo ello, Marcos Alonso quiere reivindicarse y mandar un mensaje claro a la directiva de Joan Laporta y convencer, especialmente, a su entrenador Xavi Hernández: en este mercado de invierno no hace falta fichar a Íñigo Martínez.

El jugador del Athletic Club de Bilbao sufre una fascitis plantar en el pie derecho. Si bien es cierto que en el partido contra el Betis, su mismo entrenador Ernesto Valverde admitió que no tenía ningún problema y que únicamente había decidido no contar con él para el once. Una señal clara de que Íñigo está más fuera que dentro y su destino más inmediato huele a Camp Nou.

Por todo ello, Marcos Alonso no quiere oír hablar ni en pintura de un rival y quiere demostrar que la ausencia de Gerard Piqué no merece un recambio. Veremos cómo avanza porque las conversaciones están muy avanzadas y está más que cantado que deberán aprender a convivir juntos.