Corría el minuto cincuenta y pico en el derbi cuando un balón que venía bombeado desde la banda acabó en los pies de Ansu Fati, con tan mala fortuna, que en su intento de controlarlo, el esférico se perdió fuera del campo. En ese momento se escucharon algunos murmullos en las gradas, acompañados de algún errático pitido, casi imperceptible entre las 90.000 almas que se dieron cita en el coliseo blaugrana. Sí, fueron muy pocos, apenas media docena, y además, rápidamente fueron apaciguados por más aplausos, pero la realidad es que Ansu, la joya de la corona del fútbol base y portador del mítico 10 en su camiseta, recibió el primer toque de atención en su carrera por parte de las gradas.

Lo cierto es que desde la última lesión en los isquiotibiales, que le apartó unos cuatro meses de los terrenos de juego, que Ansu no da pie con bola. Y el partido ante el Espanyol no fue una excepción: sin apenas capacidad de desequilibrio, perdiendo prácticamente todos los duelos, sin velocidad, y lo que es peor, sin gol. Un cóctel envenenado que acabó desbordando en esa acción puntual en la segunda parte, con la reacción de algunos aficionados, que mostraron su decepción en forma de tímidos pitidos.

En todo caso, los pitidos no son una novedad en Can Barça. Quien más o menos, lleva a sus espaldas una buena retahíla. En la actual plantilla hay un jugador que ha tenido que soportar una avalancha de reproches y broncas unánime por parte del respetable, sólo a la altura del recibimiento de Luis Figo en su primera visita al Camp Nou con la camiseta del Real Madrid. Y es que Ousmane Dembélé ha tenido que tragarse sapos y babosas antes de conseguir el perdón del culé. Y aún así, de vez en cuando, el aficionado le dedica algún silbido: su juego errático invita al descalabro en cualquier momento. Otros, como los capitanes Sergio Busquets. Sergi Roberto y Jordi Alba, también llevan años con la música de viento como banda sonora. De hecho, y si hacemos un poco de memoria, hasta un jugador como Leo Messi, leyenda viva del barcelonismo, recibió algún reproche sonoro por parte de las gradas en algún momento puntual.

Pero, hasta el día del derbi, parecía que los jóvenes talentos que vienen del fútbol base estaban excluidos en la lista de posibles candidatos a ser pitados. Jugadores como Gavi, Pedri o Fati contaban con tal beneplácito por parte del culé, que se les perdonaba todo, incluso errores de bulto imperdonables. Sin embargo, con el delantero de Guinea Bissau se ha abierto una pequeña grieta, que esperemos se acabe cerrando en los próximos partidos, por el bien del jugador y del propio equipo.

Y es que, si bien es verdad, que Ansu no está bien desde que sufriera dos graves lesiones en dos años -en cualquier caso, no se puede comparar su situación a la de Samuel Umtiti, que arrastraba una lesión crónica, agravada por su obcecación en no pasar por el quirófano-, también es cierto que un jugador tan joven y con tanto talento lo que necesita ahora, más que nunca, es el cariño de la afición para ganar en confianza en su juego.

Son los técnicos y los responsables del área deportiva los que tendrán que examinar a final de temporada a los jugadores de la plantilla, según su rendimiento y resultados, pero ahora, en plena temporada, el equipo se merece seguir contando con el apoyo incondicional de las gradas. Y no sólo Fati, sino también otros jugadores, como Busquets o Dembélé, acostumbrados a ser objeto de crítica por parte de la afición, a las primeras de cambio.