Lo ha dado todo al club de su vida pese a que fue rechazado en la primera prueba que hizo para jugar en las divisiones inferiores. Ha estado en todas las fotos que enamoraron al barcelonismo y también al mundo entero. También es verdad que en la última etapa de su carrera ha aparecido, como tantos otros, en las fotos más feas del Barça. Pero siempre se entregó en el campo desde que Pep Guardiola confió en él, hasta llegar a convertirse en el tercer jugador que más partidos (695) ha disputado con la camiseta azulgrana. Desde que Josep María Orobitg consiguió que jugando sin ficha profesional ganara 15.000 euros por encuentro disputado más un bono de 500 por bloques de cinco jugados.
Sergio Busquets tiene una oportunidad de oro para disfrutar un poco más en un deporte en el que ha sido uno de los más grandes números 5 que se han visto. Él y su familia tendrían que aprovechar la ocasión americana. Allí nadie lo va a seguir juzgando, ni llamándolo “viejo” o “acabado”. No será cuestionado como lo es hoy en día por la prensa y por muchos aficionados.
Y un futbolista de su talla y talento, que se formó en la calle y que lo ha ganado todo con el Barça (8 Ligas, 7 Copas del Rey, 6 Supercopas de España, 3 Champions, 3 Supercopas de Europa y 3 Mundiales de Clubs) tiene que pensar en otro tipo de fútbol. Sergio Busquets siempre ha sido admirado. Vicente del Bosque llegó a decir de él que “si yo fuera jugador me gustaría ser Busquets, cuando él está bien el fútbol se hace más fluido”. Más elogios como los que ha recibido no va a recibir. Más premios como el Bravo que le dieron en el 2009, tampoco. En un club que ha considerado que Leo Messi no era imprescindible, ningún otro puede serlo. Sergio Busquets tendría que entenderlo así.