Es muy poco habitual que un futbolista se retire en mitad de una temporada si no es por causa de fuerza mayor. Gerard Piqué lo hizo el pasado noviembre, justo antes del Mundial, y se da la circunstancia de que José Mari Bakero también dejó el Barça un noviembre, el de 1996, bien que en su caso todavía siguió unos meses jugando al fútbol en Veracruz, donde sí colgó las botas. De su adiós de los terrenos de juego se cumplen este 2022 25 años.

Bakero nació en una familia numerosa. Eran 11 hermanos. Muy futboleros, por cierto. Y fue en casa donde descubrió la competitividad, porque el más lento se quedaba el peor lugar de la mesa a la hora de comer. Seguro que ello le sirvió para despuntar en pelota vasca, aunque optó por el fútbol. Y acertó. 

Pronto destacó en el Añorga donostiarra y ello le valió su fichaje por la Real Sociedad, en cuyo primer equipo debutó a los 17 años. Como txuri urdin ganó dos veces la Liga. Su progresión le llevó al Barça en 1988. Y se convirtió en el gran capitán del Dream Team, el equipo que levantó la primera Copa de Europa de la historia azulgrana. Sin embargo, todo tiene un final, y él lo encontró en noviembre de 1996. Pasó sus últimos meses en activo en México. Terminó saturado y se apartó del fútbol. Durante un tiempo.

Fue una llamada de TVE para hacer de comentarista la que le devolvió el interés por el balompié. Aprovechó ese gusanillo para sacarse el título de entrenador y dirigir a distintos equipos de México, España, Polonia –adonde se llevó como ayudante a su hermano Jon, que también había jugado con el Barça algunos partidos oficiales–, Perú y Venezuela. También ha sido asesor de la Generalitat e integrante del organigrama del Barça.

Sobre Bakero todo son buenos recuerdos y tuvo una despedida del Barça a la altura de lo que fue. Piqué, por su parte, ha sido una pieza indispensable del mejor Barcelona de la historia, pero solo el tiempo dirá si se le recuerda por su juego o por todo el ruido mediático a su alrededor, desde las provocaciones al Madrid a su noviazgo con Shakira.