En otros tiempos, la eliminación de España contra Marruecos en los octavos de final del Mundial habría sido un desastre nacional. Desde la redacción de Culemanía hicimos esa lectura al término del partido. Sin embargo, la reacción al día siguiente denota una cierta pasividad social con el negativo resultado. "Ya se veía venir", "estaba cantado que no íbamos a llegar muy lejos" o "tampoco me importa mucho", son comentarios que se repiten a lo largo de este miércoles cuando sale el tema de la Roja. La derrota ya no genera la herida que hubiese abierto en otros tiempos. La selección de Luis Enrique tampoco parece generar la pasión que despertaba España antaño.
Mucha más pasión genera el nuevo Barça de Joan Laporta y Xavi Hernández. Los fichajes del nuevo presidente y la mano en el banquillo de uno de los mejores futbolistas de nuestra historia han revitalizado la ilusión por un equipo azulgrana que sigue la estela irregular de España. O viceversa. La Roja está siguiendo la estela de un Barça que gusta y motiva, pero que no convence.
Los paralelismos saltan a la vista. El Barça es capaz de liderar la Liga y caer de la Champions a las primeras de cambio. España es capaz de firmar la mayor goleada del Mundial y marcharse con solo una victoria en cuatro partidos. El Barça no pudo con un Inter que tuvo oficio en defensa y supo salir a la contra. La Roja no ha podido con Marruecos, una selección teóricamente inferior, pero muy bien trabajada, que secó a España con un impecable trabajo defensivo.
Tanto el Barça de Xavi como la selección de Luis Enrique se han vuelto predecibles y fácilmente vulnerables. "Usan un estilo de juego que se ha quedado anticuado", defienden algunos. Ellos sostienen que este es el camino de llegar al éxito, pero no son capaces de demostrarlo con resultados. La irregularidad está asentada en sus respectivos equipos.
Han llegado a criticar a Xavi porque sus jugadores lo hacen mucho mejor con Luis Enrique. Unos días después, desde España matan a Pedri porque "es una mentira" y su versión con la Roja es muy inferior a la del Barça. La contradicción está instalada en el debate, porque la contradicción queda patente también en el verde.
Sergio Busquets, que parecía rendir mejor con España que con el FC Barcelona, ha terminado por dar la razón a sus detractores. Sigue siendo un buen jugador, pero ya no es lo que era. Ya no es el mejor mediocentro del mundo. Con un doloroso penalti fallado pone fin a su etapa con España y con el Barça este año.
La convocatoria de azulgranas como Ferran Torres, Ansu Fati, Gavi --antes más que ahora--, Jordi Alba o Éric García, a pesar de no jugar, también ha servido para cuestionar a Luis Enrique. Hay que asumir los cambios de ciclo mientras Barça y España deben encontrar la fórmula para mejorar su modelo. Ya no basta con saber jugar a los rivales que dejan espacios. Faltan soluciones ante equipos encerrados y expertos en el catenaccio. Sobran decepciones.