El Barça es mucho más que un club... de fútbol. Es un club pluridisciplinar. Muchas veces, como bien sabía el expresidente Núñez, los éxitos de las secciones, sobre todo del baloncesto, maquillaban los fracasos del balompié. La eclosión de Solozábal, Epi y compañía tapaban las decepciones de Schuster y compañía. Laporta, en su primera etapa como presidente, menospreció el poder del Palau y tardó muchos años en construir un equipo ganador de baloncesto. Ahora, la historia podría repetirse.
La junta directiva del Barça ha anunciado un recorte del 15% de las secciones profesionales, muy deficitarias todas. La rebaja tendrá consecuencias negativas en la plantilla y, tal vez, complicará la renovación de Jasikevicius.
Laporta quiere recortar los salarios de Jasikevicius y Mirotic. Del técnico y de la estrella. Juega con fuego y puede quemarse. La pasada temporada se filtró que seis jugadores causarían baja y el curso acabó fatal. Sin la Liga ni la Euroliga, y con la sensación de que el Real Madrid fue muy superior.
El Barça necesita continuidad. Estabilidad. Mirotic no debería tocarse. Es el mejor jugador de Europa. Y necesita buenos complementos. La pasada temporada, el equipo despreció la continuidad de Brandon Davies y apostó por Vesely, perdiendo intensidad e intimidación bajo los aros.
Jasikevicius es un técnico metódico, perfeccionista y exigente en grado superlativo. El Barça tiene urgencias, pero su baloncesto actual es mucho más atractivo que el de hace una década con Xavi Pascual o el de Svestislav Pesic. El proyecto requiere tiempo y una mejor mezcla entre fichajes de primer nivel y jugadores formados en el club, la asignatura pendiente de los últimos años.
La afición del Barça ha vuelto a ilusionarse. En su primera etapa como presidente, el Barça de basket tardó muchos años en levantar cabeza. El máximo dirigente debería sacar conclusiones. Con lo que ganaban Piqué y Coutinho, Jasikevicius puede armar un equipo de primer nivel. Un equipo ganador. Campeón. Y de grandes títulos, el Barça no va sobrado. Por eso, Laporta haría bien en no estropear lo que funciona. Las palancas y los malabares no casan con el Palau.