Hervé Renard (54 años), francés, posiblemente nunca aparezca en el libro de los grandes entrenadores de fútbol, ni tampoco tenga la oportunidad de dirigir a un club importante que le haga soñar con un campeonato top o con una Champions. Pero sí pasará a la historia como el seleccionador que dirigió varias selecciones africanas (Angola, Zambia, Costa de Marfil, Marruecos) y que en el Mundial de Qatar protagonizó con Arabia Saudita una de las victorias más sorprendentes del torneo al doblegar a la Argentina de Leo Messi.
Pero esa historia centrará su interés en lo que pasó en el vestuario durante el descanso, con los árabes perdiendo 1-0. Allí, Renard pegó una bronca a sus jugadores que acabó siendo una inyección de estímulo que provocó una alteración de la sangre de los árabes, que le dieron la vuelta al marcador: “¿Qué estamos haciendo? ¿Esta es nuestra presión? Messi en el centro del campo tiene el balón y os quedáis quietos. ¡Coged vuestro móvil y os podéis hacer una foto con él si queréis! Esto es un Mundial. ¡Dadlo todo!”, fueron sus palabras pronunciadas en un tono enérgico.
¿Veremos algún día de estos un streaming, o un vídeo, me da igual, de Luis Enrique dando instrucciones en el descanso? No creo que necesite el seleccionador español abroncar a su grupo de futbolistas que están sorprendiendo a más de un aficionado y periodista por su notable desempeño en Qatar, con un fútbol de alta calidad.
Pero broncas para recordar, hay una que leí en el libro Mercado de invierno escrito por Philip Kerr, y otra que seguro que Luis Enrique no ha olvidado. Sucedió en un Lleida-Real Madrid. El ex entrenador del Barça fue titular ese día de 1994. El Madrid entró en el descanso perdiendo. Y Benito Floro, entonces técnico blanco, lanzó un arenga burda en la que preguntó a sus jugadores dónde tenían los cojones (“he dicho maricón el que la pierda”). Les invitó a sufrir, a ganar sin excusas, se “cagó” en todo, pidió que ganaran con la po… y, de paso les restregó que el rival, entonces dirigido por Mané, venía de Segunda. “Nos lo tenemos que fo… con el pi…”. A Floro esa bronca no le sirvió para remontar el partido en el Camp d’Esports. Al día siguiente fue despedido. Entonces en aquel Madrid jugaban entre otros Buyo, Hierro, Sanchis, Míchel, Zamorano y Martín Vázquez.
En el libro de Kerr, que presentó como una obra de ficción, el entrenador del London City, Joao Zarco, después de un partido perdido abochornó a varios jugadores. Prácticamente los insultó, los llamó “gilipollas y holgazanes”, pero con uno de ellos se cebó: “Ayrton, jugar a fútbol por amor al deporte y porque una vez leíste un poema sobre un caballero inglés es un lujo… Si quieres jugar a fútbol así, será mejor que te largues al Eton College, al Harrow o a uno de esos equipos de colegiales maricas que destacan y juegan a esto porque verdaderamente quieren ganar la batalla de Waterloo, pero no lo hagas en el London City. O, mejor aún, vete a chupar po… a la FIFA y a lo mejor te dan un premio por juego limpio”. Obviamente, Ayrton mandó a paseo al entrenador.
Seguro que en esos vestuarios del mundo, muchos técnicos han utilizado discursos diferentes en el intento de motivar a sus jugadores, que a lo mejor no han causado el efecto deseado. Hace unos días Messi recordó una bronca con Luis Enrique, pero solo fue algo particular. Cómo me habría gustado saber lo que dijo Quique Setién en el descanso de aquel 2-8 con el Bayern... Hervé Renard encontró las palabras exactas para reactivar a su selección. Muy grande y admirable lo suyo.