Hace unos días, tuve la suerte de conocer a Elena, una amabilísima mujer que proviene de una familia muy vinculada al FC Barcelona: los Garchitorena. Con una memoria envidiable, compartió al dedillo el árbol genealógico familiar desde sus bisabuelos hasta nuestros días y algunas historias sobre sus antepasados y sobre ella misma. También conversamos sobre el cambio que ha sufrido Barcelona en los últimos años, de la ciudad de cuento que ella dejó a la inseguridad que se percibe en la actualidad en la metrópolis. La tarde dio para mucho.
Resulta que uno de sus abuelos era José de Garchitorena de Carvajal, un hombre de buena familia que nació y creció en la Filipinas española y que viajó a Barcelona en 1915 acompañando a su padre, José, y a sus hermanos –la madre, Fe de Carvajal, falleció en el parto del menor de ellos, Juan–, así como a su madrastra y hermanastros, salvo uno, Ramón, que murió a temprana edad. Todos ellos formaban casi un equipo de fútbol. Y, de hecho, tanto José hijo como Juan probaron suerte en el FC Barcelona, del que se hicieron socios nada más llegar a España.
La realidad es que José solo disputó un partido de prueba con el uniforme azulgrana, si bien tenía tiempo para practicar otros deportes –prefería el béisbol–. Recordaba Elena que era un niño bien –su padre hizo fortuna con la explotación de las últimas minas filipinas del Imperio español, entre otros– y que no necesitaba trabajar, hasta que unos reveses financieros lo obligaron a buscar empleo como administrativo en el Hospital de Sant Pau. Pero eso es otra historia. Su hermano Juan, en cambio, sí estuvo un periodo considerable en la entidad azulgrana, unos cuatro años, hasta que el llamado caso Garchitorena lo apartó del fútbol.
El caso Garchitorena le costó al Barça un Campeonato de Cataluña. Y es que Juan llegó a la bella Barcelona con un pasaporte falso –cuando nació, España estaba ya a punto de perder las Filipinas–, algo que el club desconocía, y fue inscrito como español sin serlo exactamente. El Espanyol se enteró y denunció el caso, porque entonces no se permitía jugar a los extranjeros; el Barcelona terminó descalificado y Juan, apartado del equipo. Poco después, viajó a Filipinas para encargarse de los negocios familiares, se arruinó en los casinos y, a su regreso, paró en California, un hecho que le cambió la vida. Con su don de gentes y su aspecto de galán, se supo relacionar con lo más granado del panorama local y terminó como actor de Hollywood con el nombre de Juan Torena. Una historia de película.
De todo ello tuve ocasión de hablar con mi amiga Elena. Por cierto, es posible que se conozca más al primo de José y Juan, Paulino Alcántara, que a los dos Garchitorena, un apellido que se perderá en los próximos lustros, pero, sin duda, ambos forman parte de la historia del club y permanecerán en el recuerdo mientras haya quien se acuerde de ellos.