La segunda parte contra el Athletic Club sirvió para constatar que Xavi, aunque sepa que ya no depende de él mismo, no mira lo que hacen los demás. Retirar a Robert Lewandowski para tenerlo fresco ante el Bayern este próximo miércoles demuestra que va a por todas y que, si muere en la Champions, lo quiere hacer con dignidad.
En los dos últimos partidos de Liga hemos visto las primeras partes más buenas con el de Terrassa liderando el banquillo azulgrana. Además, hemos disfrutado del buen fútbol con dos alineaciones completamente diferentes, pero pensadas al detalle para el rival que tenía delante: el Villarreal del ya exmíster Unai Emery, y el del Athletic ante el exazulgrana Ernesto Valverde.
Con todo ello, únicamente una conclusión clara: Xavi ha demostrado tener personalidad, perseguir sus objetivos y aislarse del entorno que le cuestionaba absolutamente todo tras el desastre del clásico, además de sacar el billete para despedirse del máximo torneo europeo. Pero aún hay esperanza y corazón. El que le pone con su pasión Xavi a cada partido. También lo combina con el seny, como buen catalán, aunque el pensar y la reflexión en el campo se vea menos.
En definitiva, lo que hemos constatado con esta noria de emociones, resultados y sensaciones opuestas en tan solo quince días, es que si Xavi aceptó el reto de ser entrenador del Barcelona es porque, antes que su trayectoria profesional, es culé. Las ganas no le hicieron ver que se puede quemar rápido en un club extremadamente difícil. Incluso lo cogió cuando le ofrecieron, sin terminar, la anterior temporada protagonizada por un desastroso Koeman.
Fue un fichaje de impacto para calmar las fieras. Pero desde dentro muchos, empezando por la directiva, tampoco es que aplaudieran con las orejas. Por eso, el aspersor contra su imagen se activó a la que perdió dos partidos clave consecutivos este mes de octubre. Y por eso mismo digo que lo que está consiguiendo Xavi tiene un mérito doble: cumplir con su principal deber y más complicado, jugar bien y ganar.
Pero un segundo mérito que no nos debe pasar por alto es el de saber aislarse, incluso de los enemigos que tienes dentro de tu propia casa. No dejarse llevar por las emociones y mantener la cabeza fría ante la toma de decisiones, que no le hacen tambalear sus planteamientos ni su confianza en él mismo. Y eso, en can Barça, sí que es realmente complicado. ¡BRAVO!