Este verano había overbooking para inscribir a los nuevos jugadores que, junto con Xavi y las limitaciones salariales que el club padece, la Liga permitía llevar a cabo. Uno de los que ya se adelantó a este mercado de verano fue Ferran Torres que apareció en la pasada temporada después de unos pactos sorprendentes entre el exazulgrana Ferran Soriano, CEO del Manchester City, y la directiva de su gran amigo Joan Laporta en el Barcelona.
No hace falta recordar el precio por el que llegó porque es bien conocido, pero se desmarca de la realidad y las exigencias salariales que se le han impuesto a otros o las contrapartidas que el club ha podido dar a otros cuando cerraban las operaciones. Con unos meses de margen se constata que Ferran es el peor delantero que el Barça tiene en estos momentos.
Este pasado domingo, contra el Celta, tenía una gran oportunidad: salió en el once titular y tenía a Lewandoswky con pocas oportunidades de gol directo. Aun así, el valenciano hizo aguas por todas las bandas e incluso se constató, todavía más, que no es un jugador para el Barcelona con las incontables oportunidades que falló.
Y así llega al ahora. Xavi no confía en él, a diferencia de Dembelé, por el que el de Terrassa sí que pone la mano en el fuego. Ferran lo sabe, pero de momento tiene el escudo de una directiva azulgrana que no quiere renunciar públicamente y admitir que no estuvo acertada con su fichaje. Y, en segundo plano, Luis Enrique.
En la selección, los méritos deportivos parece que no interesan tanto. El artillero del Celta, Iago Aspas, ahora ya recuperado, sigue de momento sin entrar en los planes del asturiano. En cambio, Torres, sí que cuenta. Se nota que la relación entre suegro y yerno funciona a las mil maravillas y que lo de ser convocado por méritos deportivos queda en un segundo plano. Lo que inquieta es cómo Xavi utilizará esta oportunidad desaprovechada de Ferran en la Roja y su paso por Qatar para acabar de desterrarlo.