Tal como está yendo este parón de competición por los partidos de selección, el Barcelona haría bien en convocar una procesión multitudinaria de culés a Montserrat para ofrecer todos los respetos a La Moreneta y de paso pedir a la Virgen que no se profanen más cuerpos de jugadores blaugrana.
Las lesiones de Jules Koundé y Ronald Araújo han dejado al equipo prácticamente sin red de seguridad para jugarse el pase a los octavos de Champions y evitar que el Real Madrid se acabe escapando en Liga. Dos auténticos mazazos en los planes de Xavi, que ahora tendrá que recurrir a Gerard Piqué, un jugador que a día de hoy es toda una incógnita, embarullado en sus problemas personales y vilipendiado por la caverna mediática.
No sólo cayeron los dos centrales, sino que el virus FIFA se llevó por delante a dos más, aunque siendo honestos, aquí el nivel de preocupación es menor. Primero, porque lo de Frenkie de Jong parece poca cosa y podría volver en siete o diez días, mientras que el segundo, Memphis Depay, es un jugador con un rol secundario en la plantilla.
Si mantenemos los mismos renglones de honestidad, hay que reconocer que sólo tres jugadores harían remover los cimientos del club: una lesión de Ter Stegen, Pedri o Robert Lewandowski produciría un maremoto de consecuencias imprevisibles. El portero alemán está en modo muralla, habiendo encajado sólo un gol en LaLiga, mientras que el centrocampista canario es el alma mater del equipo, y ya no digamos el delantero polaco, un líder en ataque y un killer en el área.
Este tridente es la réplica más exacta al trío de jugadores que dieron una Liga y una Champions al Real Madrid el curso pasado. No hay que olvidar que, entre Courtois, Modric y Benzema, se encargaron de poner a los blancos en lo más alto del Olimpo.
Hay otros futbolistas en el Barça que están muy cerca de tener la etiqueta de imprescindibles --dos de ellos estarán convalecientes por un tiempo en la enfermería--, pero aún no llegan al rol vital de estos tres pilares. Jugadores como Dembelé, Gavi o Eric han pasado a ganar galones, ante las numerosas bajas que tendrá el equipo en este mes de octubre. Otros, como Sergio Busquets, los galones ya los llevan en los genes, pero ahora más que nunca los tendrán que demostrar en el césped. Y sin olvidarse de Marcos Alonso, Raphinha o Bellerín, refuerzos que han de dar un paso adelante.
Pero ahora, más que honestidad, se trata de reclamar un acto de fe. Y es que Joan Laporta haría bien en convocar esta semana a los socios, como preámbulo de la Asamblea del 9 de octubre, para subir al monasterio de Montserrat y velar por los futbolistas delante de La Moreneta. Encender cientos de velas para salvaguardar la salud de nuestros jugadores es ahora mismo más un acto de barcelonismo que religioso.