Muchos años lleva Jordi Alba sin que nadie le dispute la banda izquierda. Desde hace ya casi una década que el lateral ha tenido una vida relativamente plácida, sin compañeros excesivamente peligrosos ni rivales demasiado incómodos. Ni Junior, ni Digne, ni Adriano han sido capaces de inquietar al internacional español, que ha sabido gestionar con éxito su rol en el equipo, tanto con sus compañeros y entrenadores, pese a no contar con el agrado absoluto de las gradas.
Tampoco la cantera ha encontrado un relevo de garantías en la banda izquierda. Ni Miranda ni Cucurella en su día, ni ahora Balde, han tenido suficiente arrojo o experiencia para complicarle la existencia al de L'Hospitalet. De hecho, el propio Jordi Alba, durante esta pretemporada, llegó a reivindicar el papel de Balde como posible candidato a ocupar su plaza, aunque todo el mundo lo entendió más como un acto de egoísmo que de generosidad.
Pero Alba está a punto de encontrarse con la horma de su zapato. A sus 33 años va a tener que lidiar contra un veterano todoterreno, que viene a Barcelona a comerse el mundo. Y es que Marcos Alonso no es un chaval al que hay que enseñar, ni un abuelo que llega para disfrutar de sus últimos años. El jugador del Chelsea, a sus 31 años, aterriza en la Ciudad Condal para ser el titular en la banda izquierda. Aquí no habrá matices ni medias tintas: Marcos es un tiburón que no hace enemigos en alta mar.
De ahí que la petición de Alba de reclamar a Balde como su segundo a bordo se va a quedar como un brindis al sol. El de L'Hospitalet es consciente que esta temporada puede quedar apartado de la titularidad, y que podría ver peligrar su presencia en el Mundial. Luis Enrique además ha demostrado que no le tiembla el pulso a la hora de asumir decisiones, por lo que Jordi se juega mucho en estos cuatro meses.
Marcos Alonso será presentado la próxima semana y aspira incluso a debutar el domingo ante la Real Sociedad. Su currículum no engaña a nadie. No es una segunda espada ni un jugador de banquillo. Es un titular como la copa de un pino, un jugador acostumbrado a las grandes citas y con los huevos pelados en una Liga como la inglesa, donde la intensidad es innegociable. Sin duda, el peor enemigo que le podría tocar a Alba.