Es insostenible seguir pagando grandes fortunas a saldos como Umtiti, aunque se haya maquillado su nómina, o Gerard Piqué, que está en retroceso, sin marcha atrás. Pero lo que está escrito se debe cumplir y de lo que se trata es de negociar si no queda otra salida o tomar
decisiones drásticas.
En este concepto, el del todo o nada, se ven involucrados los jugadores del primer equipo de fútbol del FC Barcelona, pero también los de baloncesto. Consciente del menor gancho mediático que genera el deporte de la canasta, aunque sea de un gran atractivo visual, vemos cómo será una de las secciones más afectadas por la ruina que ha dejado el legado del anterior presidente, Josep Maria Bartomeu. Los números deben cuadrar como sea.
Y aviso para navegantes, podemos dar nombre y apellidos de un gran tótem cuya continuidad peligra: Nikola Mirotic. Es el único intocable para un Jasikevicius que ha sido cuestionado por sus propios jugadores, tildado de demasiado estricto. A mí me recuerda, salvando las distancias, a la exigente Anna Tarrés en natación sincronizada y todo el revuelo mediático que se creó. Pero volviendo al tema: Mirotic es de los pocos que sigue la cuerda de Saras y también se exige y exige a los suyos un nivel máximo, el imprescindible para que el baloncesto azulgrana pueda aspirar a algo más que a ir llegando a finales sin ganar.
Tendremos que estar atentos a los próximos días. La directiva de Joan Laporta quiere rebajarle el sueldo y Mirotic no quiere jugar la carta de pagar los platos rotos de otros responsables. Y más cuando el problema nace del fútbol.