En mis ya 30 años de profesión siguiendo la información del FC Barcelona, he tenido que lidiar con todo tipo de situaciones y de cruzarme con más de un personaje variopinto. Afortunadamente, mis contactos siempre se han dirigido más a los jugadores y a los entrenadores que a los directivos y a los representantes de los futbolistas. Y digo afortunadamente porque, en las pocas ocasiones que he intentado cruzar la línea y adentrarme en el mundo de los agentes deportivos, me he llevado más de una buena hostia.
Pongamos en antecedentes al lector. En mi carrera como profesional me he encontrado a dos prototipos totalmente contrapuestos de agente de futbolista: el honesto y profesional por un lado, y el interesado y manipulador, por otro. Desgraciadamente, de los primeros sólo puedo señalar a uno, mientras que de los segundos me he encontrado por el camino a una buena retahíla.
Ivan Corretja, el que fuera agente de Xavi Hernández durante más de una década, está entre las grandes excepciones. No sólo por su educación y trato profesional, sino porque nunca te intentaba vender la moto ni te engañaba. Si no podía decirte algo porque consideraba que era información comprometida para su cliente, te lo hacía saber, pero siempre con un tono educado y respetuoso. Ivan era y sigue siendo un tipo que vale mucho la pena, un trabajador inagotable, noble, honesto y que siempre va de cara. Ahora hace tiempo que le he perdido la pista, pero su comportamiento a favor de los intereses de su representado fue siempre irreprochable y su trato con los medios de comunicación, simplemente exquisito.
Desgraciadamente, el hermano del tenista Álex es la excepción en esta profesión. Por mi experiencia, los representantes siempre intentan manipularte, sin tener en mucha consideración si es verdad o no lo que cuentan, ya que prevalece su manera de entender que están beneficiando a su cliente. Si han de mentir, lo harán sin problemas.
El peor de todos que se cruzó por mi camino fue José María Mesalles, el que fuera agente de Eto’o y que ahora está inmerso en litigios con el delantero camerunés por presunta estafa. No seré yo quien diga si hacía bien o mal su trabajo, porque para eso ya está un juez quien dictará sentencia, pero en lo que a mí concierne, fue siempre una persona muy oscura, con una mirada extraña, con muy poca empatía hacia el resto de personas y una desconfianza innata. Tanto es así que una relación que fue exquisita al principio con el delantero camerunés, hasta el punto de acompañarle a su país para hacerle una biografía, acabó enturbiándose poco a poco por la intrusión de Mesalles, que veía a un servidor y a José Luis Carazo, subdirector entonces del Sport, como unos posibles rivales entre las amistades de Eto’o.
Es cierto que entre Corretja y Mesalles, dos polos antagónicos, se encuentran una pléyade de agentes, entre ellos gente tan entrañable como Josep Maria Minguella o Josep Maria Orobitg, viejos veteranos en estas lindes y que han sido totems en el panorama futbolístico español. Ahora han llegado para quedarse esos superagentes, que son empresas andantes, con decenas de consejeros y ayudantes que hacen el trabajo sucio por ellos, como Jorge Mendes o el recientemente fallecido Mino Raiola.
Lejos quedan ya mis largas conversaciones con Ivan, durante los campus de Xavi en verano en Cercs, y antes de empezar a jugar un partido con los monitores del campus. Eran otros tiempos y nunca más volverán…