A veces es difícil dilucidar la línea que separa un jugador que se mueve bajo los estrictos cánones del profesionalismo o el que directamente antepone el criterio económico al deportivo. En el FC Barcelona, por desgracia, se han ido encontrando más de lo segundo que de lo primero: futbolistas que les da igual si juegan más o menos, pero que se les iluminan los ojos cuando ven la cuenta corriente.
El último caso es Martin Braithwaite. El delantero danés está en su pleno derecho de querer seguir en el FC Barcelona -no en vano tiene dos años más de contrato-, pero también tendría que valorar otros aspectos, en principio, tan o más importantes que haber firmado un documento. Y es que si el entrenador te dice abiertamente que no cuenta contigo de cara a la próxima temporada, lo peor que puedes hacer es ponerte farruco y decir ahora me quedo. Primero, porque te tiras piedras a tu propio tejado, pasando de ser un profesional a un mercenario a los ojos de la afición, y segundo, porque en otros clubes rápidamente te cogen la matrícula con una actitud tan egoísta y desafortunada.
En todo caso, la culpa no es del futbolista, que si firma un contrato tiene el derecho a cumplirlo, aunque se presuma de entrada que antepone lo deportivo a lo económico, sino de quien se aventuró a firmarle un contrato totalmente sobredimensionado. Y es que los actuales salarios que se manejan en un club como el FC Barcelona dificultan sobremanera la salida de los descartes, ya que vayan donde vayan cobrarán seguro mucho menos que aquí.
De ahí que actitudes como las de Philippe Coutinho se han de valorar en estos tiempos que corren. Pese a ser una auténtica ruina para el Barcelona, tanto económica como deportivamente, el brasileño nunca se apoltronó en su trono de oro, buscando siempre salidas que permitieran aliviar la situación, tanto al club como a él mismo. Primero fue el Bayern de Múnich y ahora ha sido el Aston Villa, que finalmente ha comprado por 20 millones al jugador. Al internacional se le puede acusar de muchas cosas, pero en ningún caso de vivir de rentas, ya que priorizó siempre el interés deportivo antes que el económico.
Otros, como el mencionado Braithwaite o el mismo Samuel Umtiti, se sitúan en el polo opuesto. Jugadores sin ambición, apalancados y que les da igual si juegan un minuto o si se quedan chupando banquillo toda la temporada. Al menos, el defensa francés mostró un mínimo de dignidad y respeto hacia el club que le pagó religiosamente su elevadísimo salario durante sus tres años de convalecencia, aceptando una rebaja de sus emolumentos, con la contraprestación de una renovación. Sin duda, fue un mal menor para el club, que pudo aliviar un poco su apretada tesorería.
Ahora que el club necesita poner las bases de una ‘revolución’ que permita al equipo resurgir de las cenizas, se encuentra que nadie quiere salir, ni aceptar nuevos retos. Todos se aferran a la poltrona, aunque los técnicos les hayan dejado un panorama desolador si siguen en la entidad. Les da igual, con tal de tener la cuenta corriente con muchos ceros. Son puros mercenarios e irán saliendo poco a poco de la cueva. El primero ha sido Braithwaite, pero habrán muchos más…