Presume el Sevilla de que, por segunda vez en la historia, ha terminado como el equipo menos goleado de la categoría. Solo 30 tantos ha encajado el equipo de Julen Lopetegui en la Liga. El Barça, en cambio, lleva tres temporadas –las mismas que acumula sin levantar el título– con 38 dianas en contra o, lo que es lo mismo, una por partido. Así es muy difícil ampliar los trofeos de las vitrinas. Y, aunque no se puede cargar toda la culpa sobre Ter Stegen, está claro que el cancerbero no es tan decisivo como antes.
Ocho temporadas lleva Ter Stegen en el Barcelona desde que Andoni Zubizarreta lo fichó por 12 millones de euros para el curso 2014-15. Una ganga. Cierto es que no se hizo con la titularidad en el campeonato nacional hasta su tercer año, pero el equipo hacía mucho tiempo que no encajaba tantos goles como en los tres últimos ejercicios: 38, 38 y 38. Nadie duda de la regularidad del Barça en esta estadística…
Sería injusto decir que Ter Stegen sale a por uvas, a cazar mariposas, que es un (fliegenfänger, cazador de moscas, en alemán) o que tiene las manos de mantequilla, porque pocos errores groseros se le recuerdan al guardameta. No obstante, hay expresiones en otros idiomas que sí podrían adecuarse a la situación que vive el portero. Por ejemplo, guardián de un cubo (lleno de balones), como se conocería en Turquía (kova kaleci), o aspirador (imuri), en Finlandia. Las imágenes hablan por sí solas.
Sea como fuere, es obvio que el Barça necesita más seguridad y estabilidad en la parcela defensiva si quiere volver a ser un grande de Europa. Un club como este no puede contentarse con “salvar la temporada” siendo segundo de la Liga. ¡A trabajar!