Poco se habla de cómo está el tejido social del FC Barcelona, sobre todo el que conlleva más votos: el de las peñas. La famosa Confederación de Peñas, liderada por Antoni Guil, era la mano derecha, la niña bonita de la directiva de Josep Maria Bartomeu. Por aquél entonces, 180.000 peñistas y 30 presidentes de federación dominaban la masa social del club.

La famosa Confederación empezó cobrando dos euros por carnet, con el que se acababan recaudando 250.000 euros. Aparte, se deben tener en cuenta las grandes ayudas que estos recibían en concepto de proyectos que nadie sabe en qué consisten. Incluso hablando con otras peñas, te admiten que la Confederación contactó con ellos, les hicieron perder el tiempo, trabajaron con temáticas que propusieron y la Confederación nunca respondió a todo el trabajo solicitado, ni un simple gracias… Nadie sabe de qué trabajaban exactamente. Y por esto último, ahora también piden medio millón de euros al club. Veremos si se acaba judicializando la cuestión.

Actualmente nos encontramos con una nueva directiva, la de Joan Laporta, donde el departamento de peñas lo lidera Enric Bosch, ya presente en la anterior etapa de Laporta. Y esto acaba siendo un problema porque se duplican los trabajos de la Confederación, que no desaparece ni con lejía porque así lo votaron los socios compromisarios, y el sistema actual.

Información de ellos iremos teniendo con el paso del tiempo… Mucha más de la que ya nos ha llegado y nos dibuja una idea suficientemente clara del cachondeo con el que se llevan las cosas. Pero cuidado porque el Barça no está para bromas. Con la mudanza temporal a un Estadi Lluís Companys con menos capacidad de asistencia (60.000 personas), la masa social del club debe permanecer fuerte y unida y el papel de las peñas puede ser básico para no acabar con la culerada fragmentada. Incluso en esto, el legado de Bartomeu afecta. El problema es que el que viene ahora, tampoco lidera una solución. Supongo que será cuestión de tiempo.