Hubo una época en que daba gusto ir al Camp Nou y en el que uno deseaba que los partidos no tuvieran fin. Ustedes perdonen, creía estar mentalizado para no echarlo de menos nunca más. Pero los últimos encuentros y la proclamación del Madrid como campeón a falta de cuatro jornadas con una diferencia de quince puntos sobre el Barça ha vuelto a traerlo a la memoria. Cuando él estaba, más de uno nos preguntábamos qué haríamos cuando no estuviera. La respuesta es clara y, al mismo tiempo, desmoralizadora: aburrirnos.

También es verdad que algunos colegas se aburrían en los tiempos en el que el equipo con Ernesto Valverde y Luis Enrique ganaba títulos. Y hay que admitir que también conocimos fracasos rotundos en Europa, pero nunca en el Camp Nou. Aquí se disfrutó con aquel 6-1 al PSG, el 4-1 al Roma o el 3-0 al Liverpool, en aquella noche en la que él nos enseñó con fervor el escudo azulgrana.

Pero nunca un segundo puesto en la Liga fue tan deseado como el que ahora persigue este Barça. Ni tampoco un triunfo sobre el Mallorca había significado tanto. No importa cómo se logró. Se ganó y punto. Xavi Hernández, que no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa, explicó en la última conferencia de prensa el verdadero motivo por el que es tan importante ser segundos: dinero, pasta. Ya no es tanto por prestigio, sino por los cuartos. Jugar la Champions aporta dinero a la deteriorada economía del club. Quedar segundo te da opción a participar en la Supercopa española, que ya saben ustedes hay un reparto goloso para los dos grandes del fútbol español.

No queda otra que hacer ejercicio para recuperar la ilusión de cara a la próxima temporada y olvidarnos de las alegrías que él nos dio. Una ilusión que ya embargó al socio cuando votó a Joan Laporta, pensando en que las alegrías serían inmediatas. Volvió a esperanzarse con la llegada de Xavi, y la bilirrubina subió con el 0-4 al Madrid, pero ahora solo queda el segundo puesto. Y hay que lograrlo por la pasta, como todo un club familiar en el que se ha convertido este Barça.