Ferran Torres protagonizó una de las imágenes más curiosas del partido ante el Nápoles al jugar sin escudo en la camiseta ni el logotipo de la multinacional que fabrica la elástica. Parecía que llevaba una falsificación que había comprado a algún mantero en la Barceloneta de refilón y que la había recogido para la ocasión. Lo cierto es que el escudo fue lo de menos, en un partido para olvidar de Ferran Torres. Y eso que si miras la ficha técnica, te puedes quedar con que el gol del empate fue gracias a un remate suyo de penalti, que encajó el portero del Nápoles sin mover ni tan siquiera una ceja. Pero si empiezas a leer las crónicas o repasar las jugadas más peligrosas, lo normal es quedarse ojiplático, viendo el recital de errores y cagadas del internacional español, sobre todo porque algunas son para ponerse las manos a la cabeza, al estar prácticamente mano a mano con Meret.

Las imágenes de Ferran abandonando el Camp Nou desconsolado, abatido y con lágrimas en los ojos, dejan bien patente que el jugador salió muy tocado de su partido del jueves. No recibió ningún reproche por parte de las gradas, que lo animaron una y otra vez -los mismos que cuando vieron aparecer a Dembélé por la banda se pusieron las pilas para abuchearlo-, pero parece evidente que, con un poco más de acierto por su parte, el Barcelona hubiera dejado prácticamente encarrilada la eliminatoria.

Ahora tocará remar en Nápoles, a contracorriente, en un estadio de los denominados calientes y con los típicos arbitrajes de UEFA, que siempre en caso de duda, y si el VAR lo permite, tiran para casa.

Pero Torres tiene suerte. Y no sólo porque puede llorar sus penas a los hombros de Sira, una de las hijas de Luis Enrique, que fue parte importante en su deseo de venir al Barcelona, ya que la amazona vive en Sitges, sino también porque cuenta con el absoluto respaldo del staff técnico, encabezado por Xavi Hernández.

“Es un ejemplo para todos y el jugador que mejor sabe interpretar nuestro juego en ataque”. Así de claro y contundente se ha mostrado siempre cuando le preguntan, en privado o en público, por Ferran Torres. Su disposición y compromiso a jugar donde Xavi lo necesita es un salvavidas para el técnico.

Torres, que llegó a golpe de talonario en el mercado de invierno (55 millones de euros), se ha convertido en una pieza indiscutible en el ataque del Barcelona. Entra Adama, entra Aubameyang, entrará Memphis, pero el único que seguirá imperturbable e inamovible es Ferran.

Ante el Nápoles, falló más que una escopeta de feria. Pero en el momento de la verdad, en la pena máxima, supo meter el balón dentro. Y no era moco de pavo: nunca había lanzado un penalti en partido oficial -sólo en tanda de penaltis-, demostrando que tiene una personalidad blindada con acero.

Ahora tiene otra cuenta pendiente que saldar. El domingo visita a su ex equipo, el Valencia, donde salió ciertamente por la puerta de atrás, tras no aceptar la oferta de renovación que le ofrecía el club, al considerarla de todo insuficiente, acabando por exigir una audiencia con el dueño, Peter Lim, que nunca se produjo.

Ferran no necesita escudo para jugar. “Es un tío con una fortaleza mental bestial”, destacan en el vestuario, que están convencidos que este domingo hará una exhibición en Mestalla, ante su público. Así podrá matar dos pájaros de un tiro: reivindicarse ante el club que no quiso renovarlo y lo vendió al City, y quitarse la etiqueta de nuevo Julio Salinas. Apunten su nombre…