Dembélé sigue siendo un quebradero de cabeza para Laporta, Xavi y todo el barcelonismo. Y ahora, ¿qué? Pues la verdad que no tengo muy clara la respuesta. Los que están en el club dicen que la patata caliente es para el entrenador mientras que también me cuentan que el francés sigue entrenándose con la normalidad de siempre.



En la presentación de Adama, Laporta fue muy contundente y me parece bien que así sea. Es el jugador que más cobra, el segundo fichaje más caro de la historia del club, ha jugado con todo el mundo con su renovación, no ha demostrado ningún tipo de empatía con la situación del club y se ha reído de todos nosotros. Y eso sí que no, del Barça no se ríe nadie. Dembélé debe pagar por lo que ha hecho pero, por otra parte, tampoco olvidemos que el objetivo este curso es entrar en la Champions y quizás en algún momento el francés sea necesario.



Si se llega a esta situación, quizá deberíamos replantearnos el NO absoluto a Dembélé y no tener remordimientos en hacerlo jugar. Siempre que el jugador tenga una actitud profesional y el entrenador considere que puede aportar su granito de arena, le daría pie a su regreso al equipo en momentos puntuales.



No hablo de entrar en rotaciones ni de darle minutos por caridad pero sí que le quitaría el cartel de marginado. Cuando no existan más alternativas y como último recurso, Dembélé.



El francés ha sido un calvario desde el primer día y sin duda es el jugador más esperpéntico de la historia del club. Ánimos culés que por suerte ya se acaba.