El entrenador del Barça, Xavi Hernández, le puso como condición a Laporta para hacerse cargo del banquillo la vuelta del doctor Ricard Pruna, que se hizo oficial el pasado 15 de diciembre. De esta manera, el experimentado doctor iniciaba su segunda etapa en el club tras haber estado antes 25 años en la entidad. Ingresó en 1996 y pidió abandonarlo en septiembre de 2020. Recientemente ha llegado como un salvador pero mucho caso no parece que le estén haciendo.

Pruna le dijo a Xavi que Ansu Fati iba muy justo, que no podía ser titular en San Mamés y que solo estaba para jugar 30 minutos. Entró en el minuto 60, jugó
los 30 minutos del partido pero continuó en la prórroga y recayó. Ahora le recomienda al futbolista que pase por el quirófano pero Ansu ha escogido el camino del tratamiento conservador. Como paciente, el joven delantero, tiene todo el derecho a elegir y se comprende que con el calvario de operaciones que ha pasado con el menisco quiera seguir un tratamiento conservador, que si no acabase de funcionar siempre estaría a tiempo de pasar por el quirófano. En ese caso, no obstante, habría perdido los dos o tres meses que ahora se pronostican como plazo de baja.

El caso Ansu Fati ha evidenciado la descoordinación médica que hay en el Barça. Lo normal en cualquier otro club es que el jefe de los servicios médicos del club, Ramón Canal en este caso, estuviera presente en las reuniones junto al doctor del primer equipo, pero resulta que no ha sido así porque no se hablan. Su
relación es de enfrentamiento total. Pruna dejó el Barça después de 25 años en septiembre de 2020 acusando a su superior, Ramón Canal, de hacerle mobbing laboral.

Hace un mes, Pruna volvió al Barça con la condición de que él fuera un médico autónomo y que nadie, principalmente el jefe de los servicios médicos del club, interviniera en su parcela del primer equipo y filial. En cualquier otra entidad con una mínima estructura coherente no se daría que el jefe no tuviera
atribuciones en las cuestiones médicas del primer equipo de fútbol y del filial, que son lo más importante de un club profesional. Y no se admitiría que con esa situación, el jefe de los servicios médicos no hubiera dimitido todavía. Por tanto, en cuestiones médicas, parece que en el Barça, también, cada uno hace la guerra por su cuenta.

El todavía jefe de los servicios médicos del club, Ramón Canal, fue fichado por Laporta en 2006 por su perfil eminentemente político. Venía de ser Secretario General de la Conselleria de Governació de la Generalitat de Catalunya, procedente de ERC. Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu, que no realizaron una limpieza por otros motivos que no fueran los profesionales, mantuvieron a Canal gracias sobre todo a su experiencia política y a la presencia clave de Ricard
Pruna, pero ambos médicos empezaron a tener mala relación cuando Canal iba colgándose las medallas por los buenos resultados que daba el magnífico trabajo de Pruna, quien tampoco estaba de acuerdo con el peso que Canal le daba al doctor Ramón Cugat como médico externo.

En cualquier caso, es una lástima que el departamento médico del Barça, que llegó a ser una referencia mundial con médicos de la talla del propio Pruna, de los
doctores Jordi Ardevol, Lluís Til o Javier Yanguas, éstos dos últimos apartados con muy poco tacto desde la llegada de Xavi, sea ahora una departamento con una descoordinación absoluta por la guerra de guerrillas existente.